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Se extiende desde Coronel Bobes hasta Fernández de Oviedo y cruza Ciudad Naranco de este a oeste. Pese a que siempre fue conocida con el nombre no oficial de Antonio Rodríguez, en 1966 el Ayuntamiento le dio el nombre actual a una calle que ahora, dicen, es una de las más comerciales de todo el barrio. Muchos vecinos y comerciantes sí lamentan que no exista una cafetería para dar más vida a negocios como el de Noelia Dacal, Pedro Pablo Díaz, Dionisio Muñoz o José Manuel González.
Noelia Dacal lleva seis años al frente de su peluquería en Augusto Junquera y, aunque cambiará de local, seguirá trabajando en la misma calle y con la clientela que confía en ella desde el principio. «No es una calle comercial como tal porque lo tienes todo a cinco minutos en el centro. Y en Ciudad Naranco las cuestas tampoco ayudan», explica. Su negocio se mantiene gracias a esa base sólida de clientes habituales, aunque reconoce que no es fácil atraer nuevos usuarios en un barrio que no es de paso: «Nadie viene porque sí a una peluquería y es difícil que entre gente que pasee por la calle. Por eso hay que ofrecer cosas nuevas e interesantes para atraer público», explica. «Yo por ejemplo me especialicé en hacer mechas y por eso me vienen muchas personas», dice.
Con una visión más positiva, Dionisio Muñoz gestiona una floristería desde hace nueve años. Tras haber trabajado en hostelería, encontró en la jardinería su verdadera vocación. «Esto me gusta, estudié para ello, así que aquí estoy bien», comenta con satisfacción. Aunque reconoce que hay temporadas altas y bajas, eligió esta calle tras realizar un estudio de viabilidad. Para él, Augusto Junquera es una de las calles más comerciales de la zona, junto con Torrecerredo, aunque también señala el handicap de que no sea de paso y que muchos vecinos prefieran ir al centro: «Aquí no pasa mucha gente, pero no es mala calle para un negocio», dice.
Otro comerciante veterano de la calle es Pedro Pablo, un zapatero que lleva 27 años en el barrio. Su oficio, asegura, se sostiene en buena parte gracias a las mujeres, quienes son las que más demandan arreglos de calzado. Comparte la misma visión que sus compañeros de negocios: «Todo está cerca del centro, y eso hace que la gente no haga vida en el barrio.». Aunque las escuelas y el gimnasio cercano aportan algo de movimiento, la calle tiene una limitación natural: no conecta con otros barrios, por lo que no atrae tránsito: «Entre que la gente ya no arregla zapatos y que esta calle no es de paso, los negocios, y en concreto el mío, seguramente desaparezcan, aunque sobrevivimos de momento».
La carnicería de Jose Manuel se ha convertido en un punto de referencia para los amantes de los productos elaborados artesanalmente. Aunque lleva apenas tres años en el barrio, Jose ya ha consolidado una clientela fija, gracias a su apuesta por la calidad «Aquí hago todo yo mismo: los cachopos, las salchichas... No compro nada ya hecho». Aunque estudió informática, siempre tuvo claro que la carnicería era su verdadera vocación. Sin embargo, percibe uno de los principales desafíos del barrio: «Mucha gente sigue teniendo la mentalidad de comprar todo en el centro aunque la gente de este barrio noto que le gusta cocinar y por eso compra aquí».
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Clara Alba y José A. González
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