COVADONGA DEL NERO
Lunes, 17 de octubre 2022, 02:35
La calle Marqués de Pidal. Hay que remontarse hasta el año 1887 para comprender el origen de una de las calles más céntricas de la capital asturiana en la actualidad. Concretamente, fue en sesión del 28 de mayo de aquel año de finales del ... siglo XIX, cuando Anselmo González del Valle y González Carbajal urbanizó el barrio con cuatro calles, entonces completamente nuevas. A la ya mencionada, se unen en dicha urbanización las vías Conde de Toreno, Gil de Jaz y González del Valle. De hecho, Gil de Jaz era el final de Marqués de Pidal , nacida en Toreno, en aquellos inicios, aunque ya existía la proyección de ampliar la calle hasta Independencia, longitud que alcanza hoy. Una zona que alcanza los 350 metros en los que existen comercios de todo tipo, incluyendo el colegio de la Milagrosa, en una de las vías paralelas a la calle Uría más completa en materia de locales de negocios.
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Una de las imágenes que primero vienen a la mente a cualquiera que escucha hablar de la calle Marqués de Pidal es probablemente la entrada de su número 20. Allí, el restaurante y mariquería Bocamar lleva veintiún años a cargo de Manuel Fernández, su dueño, quien cuenta con un número de empleados amplio. Fernández comenzó en esta calle, de la que no tiene ninguna intención de irse, «en el año 1982, en un inicio como cafetería», pero hace algo más de dos décadas rehabilitó el local para convertirlo en restaurante también. La elección de la calle no es al azar: «Es la zona más céntrica posible, sin ninguna duda, con la estación de tren y la calle Uría al lado». De aquellos inicios hasta ahora «ha cambiado absolutamente todo».
Los momentos actuales para el negocio «son más difíciles: la gente consume menos, y los gastos de luz y gas han aumentado en más del doble para nosotros».
También el producto es más caro «que nunca». Unas cifras que, aunque desorbitadas, les permiten mantenerse en la zona. «No pensamos en pedir ayudas porque, en la mayoría de los casos no podemos optar a rebajas de la luz, por ejemplo», explica Fernández.
Fue en 1961 cuando Filatelia Comercial de España comenzó su andadura. Por aquel entonces lo iniciaba en un espacio de la misma calle Marqués de Pidal, junto a la calle Conde de Toreno. Allí se situaba cuando la cogieron Esther y Avelino de los Ríos, un negocio familiar que no cuenta con más manos, ojos y trabajo que el de ambos familiares. Ahora, desde hace apenas siete meses, el 15 de marzo de este mismo 2022, se trasladaban al nuevo local, situado en el número 19 de la misma vía, para «mejorar la instalación, más amplia, y los accesos de la gente con movilidad reducida», en palabras de De los Ríos. Sin empleados a cargo de ambos dueños del negocio, las facturas que les llegan son las del alquiler y luz, que «sin querer dar cifras, de momento no nos ahogan».
Un negocio que sobrevive gracias a que «el coleccionismo es para todas las edades y tenemos un público de lo más variado: mayores y pequeños».
Algo que les permite «vivir sin tener que pedir ninguna ayuda, porque antes de pedirlas, decidiríamos cerrar el negocio», explican contundentes. Un negocio en la calle Marqués de Pidal en la que «nos conocen y de la que no queremos irnos».
Si ya es difícil emprender a cualquier edad, pasados los cincuenta la dificultad es mayor. Así lo explica Carmen Reis, dueña única de su negocio, abierto hace apenas diez meses, en uno de los bajos de los soportales de la calle Marqués de Pidal. Concretamente, un pequeño local dedicado a la belleza, tanto de mujer como de caballero, era «todo lo que buscaba abrir» y cuando miraba locales tenía casi escogido definitivamente otro pero «fue casualidad y terminé en esta calle, de la cual ya no quiero irme». Y, por circunstancias de la vida, terminó abriendo el 11 de diciembre en el número 5 de una «de las calles más céntricas de Oviedo».
Y, aunque no entra en cifras, asegura que «el alquiler que estoy pagando ahora mismo aquí me salía exactamente igual que el que tenía mirado en otro local en un barrio mucho más periférico de Oviedo». Algo que «me sorprendió». Además de ese gasto, tiene que sumar la luz, «necesaria para desarrollar mi trabajo», pero tampoco «es excesiva», aunque es verdad que «no tengo con qué comparar», y «me ahorro el gas».
Eso sí, «no tengo acceso a las ayudas, porque no entro en los baremos, pero estoy contenta».
En las inmediaciones de la calle Independencia, aún en la calle Marqués de Pidal, hace ocho años que María Riera comenzó sola la aventura de abrir una tienda de moda, con ropa para mujeres desde su juventud hasta alcanzada la madurez. Pero ya hace dos que se trasladó al número 4, justo a la otra esquina de la vía, donde «he ganado en muchos aspectos». Para Riera, en su nueva ubicación «el tránsito de personas es constante, hay parada de autobús en las inmediaciones, el parque lleno de niños y el parking de El Corte Inglés provoca que los coches paren frente a estos escaparates, y aunque parezca una tontería, significa más gente que nos ve». Cuando hace un par de años decidió cambiar a un local «más pequeño, para darle otro estilo», no dudó en que «no me pensaba ir de Marqués de Pidal».
Ahora cuenta con una empleada, y asegura que la calle «ha creado un espacio de comercio local alternativo» a esa calle Uría que tienen a unos metros.
Riera recibió en su día «las ayudas por haber cerrado en pandemia, también la del Ayuntamiento», pero ahora «me va bien, ni siquiera noto el precio de la luz». Así, espera seguir muchos años en esta calle.
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