Mi negocio en la calle Jovellanos

covadonga del nero

Lunes, 29 de mayo 2023, 02:31

La calle Jovellanos. Es la continuación de la calle Argüelles, desde La Luna y San Juan, y concluye en el alto de la Noceda; es decir, en el punto en el que nacen las vías de Martínez Vigil y Azcárraga, en la zona en la que en el siglo XVIII se franqueó una plazuela, misma ubicación en la que se erigió el primer monumento a Jovellanos, en 1798. Influyó para que en 1869 se denominara así a esta misma calle, anteriormente llamada Traslacerca o Solacerca, en razón a ir pegada bajo la muralla, por fuera de la misma. La plazuela ya mencionada pasa desapercibida en la actualidad, pero estaría frente al convento de Las Pelayas, pues fue con fondos de San Pelayo con los que se abrió este espacio.Gaspar Melchor de Jovellanos es una de las personalidades españolas más destacadas durante la segunda mitad del siglo XVIII. Esta vía está llena de comercios de todo tipo, con un tránsito continuo de ovetenses y turistas.

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Sidrería Niza Hostelería

«La peatonalización es inmejorable, acerca a turistas hasta aquí»

La sidrería Niza es uno de los negocios más populares de la calle Jovellanos. Allí jugaron de niños hasta propietarios que, a día de hoy, tienen otros locales en la misma calle. Pero por aquel entonces era el negocio de Charo, íntima amiga de la madre de Javier Suárez, quien decidió dejarlo hace treinta años. Momento en el que la progenitora de Suárez decidió continuar con esta sidrería tan conocida en la calle. Ahora, es Javier quien lleva las riendas, recordando que «primero, fue sidrería; luego restaurante -sin servicio de barra-, y ahora ha vuelto a ser sidrería». También cafetería y bar.

Con tres décadas a sus espaldas, Suárez percibe que el cambio de la calle Jovellanos fue «espectacular», y sobre todo lo centra en el tráfico. «Los coches subían por la calle La Luna y Jovellanos y era bidireccional; la plaza de Juan XXIII era un aparcamiento de turismos». Y todo ello, con tráfico también hasta la Catedral. Para él, «la peatonalización alrededor fue inmejorable porque hace llegar a más turistas hasta la calle». No solo eso, a los hosteleros «nos beneficia la peatonalización de Mendizábal; ojalá fuera hasta Jovellanos, pero de momento sigue siendo una arteria de salida del tráfico de la ciudad».

Bruno Prieto Artesanos del cuero

«La calle ha cambiado relativamente, sigue siendo la misma»

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La reina Letizia, Vicente Fox o Hugo Chávez le encargaron una creación en cuero. En el museo del Vaticano hay unas sandalias de cuero. Tiene imágenes de los reyes eméritos don Juan Carlos I y doña Sofía observando una cartera creada por su padre en la feria de Santiago de Compostela. La de Bruno Prieto es la historia de quien continúa con la ilusión que ya tenía su padre cuando el edificio ya era de su familia. Ahora ya solo les pertenece el bajo, con su tienda y taller artesanal en el que tratan el cuero. «Se abrió con la filosofía de mantener el oficio lo más íntegro posible, lo más tradicional», explica Prieto, en el mismo número 5 de la calle Jovellanos de siempre.

Para él, su negocio, fundado en 1946, cuenta con clientela de todo el mundo, por lo que, al final, «nos buscan allí donde estemos». Aunque sí nota que las cosas han cambiado «relativamente», «la calle sigue siendo la misma». Más bien se centra en el modelo de compra actual. «El comercio a pie de calle ha cambiado de manera radical», lamenta. Pero si algo ha crecido en la calle es «el movimiento de turismo, aunque ahora van muy enfocados a visitar monumentos o zonas concretas y no pasean tanto», indica Prieto.

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El Estanco de la suerte Lotería y estanco

«Hace años éramos el estanco de la estación de El Vasco»

Es habitual pasar junto a la muralla un 22 de diciembre de cualquier año y ver a toda una familia, con chaquetas de diferentes colores y estampados, festejando con champán algún buen resultado cantado por los niños de San Ildefonso. Así es El Estanco de la suerte, que nació en 1931 «más por la venta de tabaco que por la lotería» y ahora es «más administración que estanco». O así lo percibe Julio Acebal quien, junto a su hermana Rosa, lleva el negocio familiar que, si con algún cambio de ubicación, siempre ha estado en esa calle «Estuvimos en el bajo del Hotel España y frente al local actual» hasta que hace veintisiete años se instalaron en el número 8. Pero en todos estos años, recuerda Rosa Acebal, las cosas han cambiado. «Éramos el estanco de la estación de El Vasco, que se accedía por aquí; algunos de los edificios no existían entonces», rememora.

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Para ellos, lo mejor de la calle es que «es una calle de barrio, con clientela fija y permanente, y a su vez del centro, por donde pasa muchísimo turismo». También gracias a «los hoteles que hay alrededor, la Catedral y Gascona». Esta una calle que «ha ido creciendo en notoriedad y visitas» a lo largo de los años. También destaca «la limpieza de las fachadas» del casco antiguo.

Camilo de Blas Confitería

«La calle cambió el estilo, antes había tertulias en locales»

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La historia de la calle Jovellanos no se puede entender sin la clásica y ya centenaria, desde hace una década, confitería Camilo de Blas. Fue en 1914 cuando el confitero que da nombre a su negocio abrió a su hijo José una tienda en Oviedo, instalada ya en esta misma vía. Entonces era en el número «veintipico» de la calle Jovellanos, que ahora es el número 7. Cambió la numeración de la calle pero la confitería se mantiene intacta. Ahora, José Juan de Blas recuerda cómo han cambiado los tiempos. «Teníamos el obrador debajo y, una vez, recuerdo cómo un hombre, serio e irónico, nos dijo que nos denunciaría porque había una ventana rota y el olor que salía a la calle obligaba a los pasajeros que se bajaban en la estación de El Vasco a entrar a Camilo de Blas», rememora.

«Con los años, la calle cambió el estilo, antes había tertulias en los locales», aunque ese cambio se debe a la sociedad, y no tanto a evoluciones técnicas y urbanísticas. Y lo dicen desde uno de esos negocios cuyo escaparate ha visto el paso del tiempo. «Pasaban los carruajes con caballos, coches clásicos...», recuerda De Blas, quien celebrará el próximo año el centenario del carbayón, postre que muchos creen es «el motivo por el que nos llaman así en Oviedo y no al revés».

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