Mi negocio en la calle Gil de Jaz

«Nos basamos en un producto hecho en España y de calidad»

Zapatillas Lince es una de las tiendas con más solera de la calle Gil de Jaz. Es propiedad de Juan y Paco Rojo, que también son los fundadores de la marca Pitas. Desde hace un lustro ambos confían en Isabel Suárez, la dependienta al frente del establecimiento. Ella destaca que esta es una arteria que conserva los clientes de toda la vida, y que a estos se les unen los turistas que se alojan en los establecimientos cercanos. «Nos beneficiamos mucho del Reconquista y luego viene gente de todos los rincones de Asturias como Llanes o Ribadesella»; Sobre su producto, dice que «está hecho en España y es de calidad». Con más de medio siglo de historia, su producto predominante son las zapatillas de andar por casa, a las que hace siete años se unieron las Pitas. Se trata de unas deportivas cómodas y llenas de color que «se venden muchísimo». Hay clientes, prosigue, «que vienen con unas deportivas puestas y se van con otras porque es calzado para todas las edades». Además, esta céntrica tienda ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos: «Mucha de la venta es por internet y la ubicación que tenemos nos ayuda mucho» para seguir adelante con esta historia ligada a una de las arterias comerciales de la ciudad.

«El año que viene celebramos nuestro primer centenario»

El apellido Cerra está ligado a la calle Gil de Jaz. En la actualidad se ubica en el número catorce, pero antiguamente estaba un poco más abajo, a la altura de los grandes almacenes de la zona. Aunque siempre en esta vía. Se trata de uno de los negocios más históricos de Oviedo: «El año que viene celebramos nuestro primer centenario», cuenta su propietario, José Cerra, desde el mostrador de la tienda en compañía de Gabriel Martínez, que desde hace un lustro es empleado. En total, este comercio da trabajo a cuatro personas.

La historia de esta empresa se empezó a escribir de la mano del abuelo de Cerra. «Hace casi cien años era un garaje de bicis y motos; él las reparaba pero en la década de los setenta se especializó en los deportes de deslizamiento como surf, skate y sky».

Con los tiempos se han ido adaptando a las necesidades de los clientes, en la actualidad tienen entre 14 y 45 años, ofreciéndoles ropa urbana y calzado. Aunque la pérdida de población les está afectando: «Gil de Jaz es una de las mejores calles pero ahora está más flojo. A nivel comercial el centro está empequeñeciendo», concluye este empresario que cogió las riendas del negocio hace más de dos décadas.

«Teníamos tanta demanda que nos instalamos en Oviedo»

Un clásico cuando se va de viaje al Surroccidente es la parada en Café Casino para probar uno de sus deliciosos bocadillos y, de postre, uno de sus dulces. «Teníamos tanta demanda de gente de la capital que nos instalamos en la calle Gil de Jaz hace una década», recuerda su propietaria, Ana Menéndez, quien explica que la nodriza continúa estando en esta localidad de Salas y que cada día sus productos son transportados hasta esta el centro de la ciudad. «En la tienda damos empleo a dos personas. A ello hay que sumar los transportistas que cada día llevan las elaboraciones que hacemos en el obrador, que suma tres décadas», continúa.

Esta empresa, que es centenaria, está sufriendo, como todas, las consecuencias de la subida de los suministros y las materias primas, pero cada día se emplea igualmente a fondo para endulzar los paladares de sus clientes. A muchos de ellos se les hace boca agua cuando pasan por delante del escaparate y ven las cajas con sus casinitas y carbayones.

También quieren continuar «dándose a conocer» y esta fue la razón por la que sacaron un puesto a la calle durante los días con más afluencia de público de los Premios Princesa de Asturias.

«Gil de Jaz es como un pequeño barrio donde nos ayudamos todos»

Treinta y dos años de trabajo con el que han repartido innumerables premios; el último, uno de segunda categoría del Joker de La Primitiva. A pesar de ello, «nunca son suficientes porque queremos seguir repartiendo dinero entre nuestros clientes». Son palabras de Esteban Morales , propietario de la administración de lotería de la calle Gil de Jaz, quien explica que esta calle es «muy familiar» porque «nos conocemos todos». Es, en definitiva, «un pequeño barrio donde nos ayudamos unos a otros». De hecho, cuando un vecino de la zona accede al local para comprar un boleto y no sabe qué número coger, ellos le dan la solución. «Elegimos un número para la gente del barrio. Así, si toca, toca a toda la zona». El éxito de este local, vinculado desde sus inicios a esta calle y que tiene cuatro empleados, es «apostar por números muy concretos» y esto hacen con la Lotería de Navidad. Una campaña que se encuentra ya en su fase final, pero a la que dedican tiempo durante todo el año. «En enero ya la empezamos a preparar, luego en julio empieza la venta», tanto a clientes habituales como turistas: «Todo este trabajo nos la jugamos en dos horas de sorteos», concluye mientras las colas en el establecimiento se suceden.