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covadonga del nero
Lunes, 28 de noviembre 2022, 01:30
La calle Cervantes. Su nombre, como no podía ser de otra manera, se decidió la víspera del tercer centenario del fallecimiento del escritor que le da nombre, el 22 de abril de 1916. Acababa de ensancharse la calle, hasta entonces conocida como 'de los Pilares', ... y derrumbado el gran acueducto de la ciudad, y el Ayuntamiento acordó entonces la nueva denominación. En la actualidad, más de cien años como la calle Cervantes, la vía cuenta con una longitud de unos 280 metros une la avenida de Galicia con la calle Independencia. Una de las vías paralelas a la calle Uría, la principal ovetense por excelencia, en la que la circulación se realiza por un doble carril descendiente, siendo de tránsito unidireccional, y cuenta, entre los múltiples bajos comerciales, con uno de los hoteles de cinco estrellas de Oviedo, el Barceló Cervantes. Entre los servicios, dos aparcamientos, quiosco y locales hosteleros.
La de Yolanda Morán es una vida rodeada de comercio y de moda infantil. Ya su abuelo, César Morán, decidió emprender con aquel clásico ovetense, Morés. Luego, su madre dedicó quince años de su vida, desde 1999 hasta 2014, a tener su propio negocio. Ahora, es Morán quien escogió ese camino, difícil pero reconfortante, de tener su propio negocio. Se dedicó muchos años a la publicidad y, cuando su madre cerró el negocio, «decidí empezar a diseñar ropa infantil». Y comenzó a vender a Madrid y otras comunidades. Con la pandemia, «me replanteé qué quería hacer con mi vida y decidí que era el momento de cumplir mi sueño».Entonces, buscó un local pequeño por la zona, «de donde no quería salir, vivimos por aquí». Y, casi «por azar», encontró en la calle Cervantes «el local perfecto, con una renta asequible». Su negocio, del que es la única trabajadora, acaba de cumplir un año y «el balance es muy positivo» para su dueña. Porque allí, «los negocios de comercio local somos como una gran familia», hacen piña y se mantienen «unidos ante las franquicias». Y es que, 365 después de la gran decisión, lo tiene claro: «No cambiaría la zona en la que tengo mi tienda, estoy en la calle que quiero».
Para los más jóvenes, es muy difícil imaginar las calles del Oviedo de los años 50 si no se tiene ninguna referencia fotográfica de entonces. Pero Manuel Secades tiene todas las referencias en su memoria. Para quien vivió aquella época es fácil enumerar los negocios que había en 1956 cuando Ramira Iglesias Iglesias, su madre, decidió abrir en una pequeña esquina de todo lo que ahora es la tienda una floristería. Del local actual, durante muchos años lo compartió con la peluquería que tenía Agustín Secades, marido de Iglesias y padre de Manuel, que al jubilarse «todo se convirtió en floristería».Primero, La Camelia, ahora, regentada por Covadonga Secades, La flor de Cervantes-La Camelia, manteniendo el ayer pero incluyendo el hoy. «Fuimos uno de los primeros negocios de la calle, no había nada de lo que se ve ahora», asegura Secades. Frente a ellos, una marmolería y Anís de la Praviana. «Muchos de esos edificios ni existían», aseguran señalando a los que se ven frente a la floristería. La zona «se escogió porque se veía que la ciudad se expandía hacia aquí», hacia una zona que «el poder adquisitivo era alto». Por aquel entonces «era un barrio, pero seguimos manteniendo el comercio local».
El próximo mes de enero, María Álvarez estará de celebración. Su mercería en la calle Cervantes, entre los portales número 2 y 4, al inicio de la vía, cumplirá diez años abierta, sin traslados ni cierres inesperados, más allá del obligado por la pandemia. «En enero de 2013 decidí abrir el negocio de mercería, y escogí esta calle porque es verdaderamente céntrica, una zona llena de movimiento, entre vecinos, gente que viene a hacer gestiones y coches y autobús», resume Álvarez como pros para escoger esta zona y no otra. Si bien la zona cuenta con varios locales cerrados, que esperan ser alquilados o comprados, la dueña de La Botonería cree que «nos conocemos la mayoría de los negocios y estamos muy contentos con la actividad comercial de barrio».
María Álvarez no vive en la zona del centro de la ciudad, pero supo que «aquí estaba la oportunidad de negocio». Con dos lustros a las espaldas, puede hacer un balance «muy positivo» de emprender en esta calle, concretamente. Además, contra lo que se puede pensar, tiene «clientela de todas las edades», mayores y jóvenes acuden a comprar a la mercería. Eso sí, si algo es positivo es «la inexistente competencia de negocios grandes o franquicias».
Fue hace ya once años cuando la tienda de moda de mujer Curve à Porter aterrizó en la calle Cervantes. En un inicio, Jessica Peña se instaló en el número 11, junto al hotel Barceló. «Era un local más pequeño y creemos que se nos veía menos por estar junto al hotel», reflexiona Peña, ya desde su nueva ubicación, trasladada apenas unos meses antes del inicio de la pandemia, en 2020. «Sabíamos que la calle no la queríamos abandonar y buscamos un local más grande», que terminó siendo el ubicado en el número 6, casi frente a su pasado. «Aquí estamos más visibles dentro de la calle, rodeados de negocios que funcionan», asegura Jessica Peña.
Para ella, «tenemos la suerte de que la calle tiene mucho movimiento, tanto de peatones como de vehículos», lo que significan potenciales clientes. Además, aunque «la zona sea complicada para aparcar», cuentan con «dos aparcamientos a escasísimos metros de calles céntricas, aún más que esta, como Uría». Precisamente huyeron de buscar en esta última vía mencionada porque «los precios del alquiler estaban por las nubes, aquí es mucho más rentable y estamos a pocos metros». Con una ventaja: «aquí no tenemos franquicias, lo que nos permite sobrevivir mejor».
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