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C. DEL NERO
OVIEDO.
Miércoles, 9 de febrero 2022, 03:58
Más que hablar de toponimia, el licenciado y doctor en Filología por la Universidad de Oviedo Xulio Concepción Suárez prefiere hablar de «lenguaje toponímico». La ... comunicación con las palabras del terreno para «entender el uso diario del campo, describir cada punto del terreno, valorar la función ofrecida en su tiempo, comparar formas imaginadas»... Pero lo más importante podría ser que «el Naranco es el centro de Asturias: la comunicación y el paso entre las montañas y el mar de la región».
El filólogo y escritor recuerda que este monte ovetense, situado en medio de la comunidad autónoma, «fue un reguero de San Miguel de Lillo». Así, el agua está presente en la inmensa mayoría de las palabras que ha recopilado para su charla 'La toponimia del Naranco: historia naranquina a través de sus nombres', que ofreció ayer en el Real Instituto de Estudios Asturianos (Ridea).
En torno a 140 topónimos relacionados con el agua ya que, explicó, «el Naranco posee una raíz ramificada mucho más allá de estas montañas, todas con abundancia de agua». Motivo por el que considera «arriesgada» la puesta en marcha de la Ronda Norte: «Hay agua por todas las partes del monte».
De hecho, el nombre del monte es la primera toponimia referente al agua. «Tiene origen preindoeuropeo -'Nar', que es arroyo, agua, fuente-, y prerromano -'ank', valle, vaguada, concavidad-», indica Suárez.
Para entender la raíz del nombre del monte Naranco pone ejemplos de topónimos que se encuentran en la geografía asturiana: la Fuente'l Naranco, la Vega'l Naranco o el convento del Naranco. Todas ellas son una manera de remarcar la importancia del agua en estas zonas. También el paisaje hidrográfico asturiano cuenta con derivados del monte en sus nombres, como son «los ríos Narcea, Naredo, Naraído, Nalón y Narciandi».
También los nombres de regueros, fuentes, lavaderos y tendederos que recuerdan cómo la historia del Naranco fue también «la historia de los pastores que pasaban desde Tuiza y el Aramo, por la trashumancia». Tan importante es el agua en esta zona que también «las mujeres que vivían en Ules y zonas en la falda del monte lavaban y secaban la ropa de los ovetenses en esta ladera del monte, durante muchos años».
Así como los pozos de nieve. «No se sabe bien cómo llegaba la nieve hasta la zona, se habla de la posibilidad de transportarla desde el Aramo, pero es increíble pensar que allí hubo grandes pozos llenos de nieve que se emplearon en la vida de la ciudad», afirma el filólogo. De hecho, tanto es así que asegura que «Oviedo vivía del monte Naranco» y que la recopilación de hasta esos 140 lugares con nombres de agua por todas las laderas del Naranco no son más que «un recorrido sobre cómo la población aprovechó el terreno».
Una conferencia donde el filólogo expuso «una toponimia muy amplia y guapa», donde no faltaron «gran cantidad de palabras que hace referencia también a la vista, el oído o el olfato». Puso ejemplos: «Picu el Paisanu, sin ir más lejos, vendría de umbría, que significaba sombra, ya que aprovechaban esta para conocer la hora. La sombra era como un reloj». Así, «la transformación del nombre derivó, al final, en el pico que conocemos ahora».
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