Ana Pardo Ballesteros. MARIO ROJAS

Una mujer orgullosa de lo que ha construido

Muy de su casa. Dirige la Fundación 16 de 24, es economista, habla idiomas, se le ilumina la cara cuando habla de 'La princesa prometida' y ahora ataca la lectura de 'La Regenta', pero sin duda de lo que más alardea es de su matrimonio y de sus dos hijos mellizos

RAFAEL FRANCÉS

Domingo, 12 de noviembre 2023, 01:08

Dirige una fundación, es lectora, habla idiomas -inglés e italiano- es economista, trabajó en una financiera sueca, pero, sobre todas las cosas, lo mejor que ha hecho en su vida ha sido «mi marido y mis hijos». Es Ana Pardo Ballesteros (Gijón, 1970) y dirige ... la Fundación 16 de 24, una obra que ha nacido al lado del despacho legal Ontier del que su esposo, Bernardo Gutiérrez de la Roza, es socio principal.

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En Madrid, vestida de chulapa.

Ana Pardo disfruta de lo que hace, no sólo de su trabajo, sino de todas las cosas que le ocurren al cabo del día y se le nota en la mirada dulce y en la sonrisa eterna, hasta cuando vienen mal dadas.

El día de la boda.

«Me nacieron en Gijón», dice entre provocadora y divertida, «porque a mi padre (José Antonio), que es ingeniero, le trasladaron allí para construir los túneles de Uninsa (ahora Arcelor) y la central térmica de Aboño». José Antonio y su mujer María Ángeles criaron a dos hijas, Ana y Paloma -interventora del Ayuntamiento de Córdoba-, entre Gijón, Avilés y Pola de Siero. «Tengo muy buenos recuerdos de la Pola de cuando tenía 6 y 7 años»; y de Venezuela, «donde mi padre trabajó en la construcción del metro de Caracas». Hasta que con 12 años la familia llegó a Oviedo y en la capital se quedó.

En Chicago, toda la familia.

De la niñez, el colegio de Meres, aunque «nunca fui una estudiante de las mejores, mi hermana era la brillante, pero yo aprobaba sin problema». Y más tarde a Las Dominicas, donde «tengo un recuerdo maravilloso de mis monjitas». De esa época como olvidarse de las tardes «sentadas» en la esquina donde estaba el Banco Herrero, en Cervantes, ahora es la tienda Harcher, «comiendo pipas que comprábamos en la Parada».

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Luego llegó la Universidad, estudió Ciencias Económicas y Empresariales y «ya en primero nos hicimos novios Bernardo y yo, y hasta hoy».

De aquellos años, los bares Chaquetón y Piripi, que regentaba su entonces novio y ahora marido en compañía de su panda de amigos. Por el medio, un Erasmus en Turín y una temporada en Londres para aprender inglés «hasta que mi padre me dijo que volviera, que ya no me mantenía más».

Se casaron en la Catedral y la fiesta, en el Club de Tenis. «La noche de bodas, en el Reconquista, pero cuando nos dijeron lo que costaba la suite nupcial pedimos una habitación doble». La fiesta de la boda fue divertida y larga. «A las siete de la mañana entramos en el hotel, yo descalza y de blanco».

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Tras ese importante día, 11 años trabajando en Dupont y sus hijos mellizos, que «a final de mes cumplirán 22 años».

Es lectora de varios libros a la vez. Ahora está con 'La civilización feminista', de Amelia Valcárcel; 'La mala víctima', de Emilia Landaluce, y 'La Regenta'. Le gusta el cine y si le preguntan por su película favorita, se le ilumina la cara y responde como una centella: 'La Princesa prometida'.

«Si miro para atrás, estoy orgullosa de mi vida, sobre todo de mi familia, que es lo más importante».

No lo dirá porque destila cierto aire de timidez, pero debería estar también orgullosa de su sonrisa y de su mirada limpias.

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