Al horno, a la espalda, con queso peral y con patatas guisadas. De estas formas preparará Juan Cuesta, propietario del Llar de la Catedral, el enorme mero que exhibió ayer por la mañana en su restaurante y que fue diana de múltiples fotos. Todo antes del despiece y de comenzar con las elaboraciones de una pieza que sorprendió por su peso. Tras ser pescado, la balanza marcó 90 kilos. Después fue mucho más. «Era una cifra aproximada, pesó 101,200 kilos; es un regalo del mar Cantábrico», explicó.
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Los encargados de vendérselo fueron, como es habitual, Congelados Basilio. No es la primera pieza de gran volumen que venden este año en este restaurante ubicado en pleno Oviedo Antiguo.
En mayo, sin ir más lejos, y coincidiendo con la festividad del Día de la Madre, adquirieron otro mero de 58 kilos. Casi la mitad de lo que pesó este. Ambas piezas son infrecuentes, pero son degustadas por una clientela que reserva mesa para disfrutar de su extraordinario sabor.
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