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Ángeles Fernández González (Oviedo, 1958) es de Teatinos de toda la vida: «Nací aquí». Es por ello que siempre ha estado implicada en asociaciones de la zona y, ahora, ha vuelto a ser nombrada alcaldesa de barrio por el Ayuntamiento por segunda vez.
–¿Es ... del barrio de toda la vida?
–Sí, nací en este barrio. Cuando me casé estuve dieciocho años viviendo fuera, pero después regresé otra vez.
–No es la primera vez que es alcaldesa de barrio, ¿cómo lo afronta en esta ocasión?
–Igual que la primera, con un poco más de conocimiento de lo que implica y con la idea de tratar de ser el vínculo que hay entre los vecinos y el Ayuntamiento.
–¿Han cambiado las cosas?
–El barrio ahora mismo está más o menos igual, algo más de gente en unas barriadas que hay más antiguas y hay más gente inmigrante. Pero el cambio lo pegó al bajar el HUCA, eso sí fue un cambio.
–¿Cómo afectó su llegada a los vecinos?
–La gente se lo tomó bien, fue otro impulso para el barrio, vinieron más vecinos a vivir. Date cuenta. Cuando era pequeña, me crié entre el psiquiátrico, el matadero municipal y el cuartel de los soldados; y ahora estoy en la misma zona y vivo entre el nuevo HUCA, el centro comercial Los Prados y la Universidad. El cambio es exagerado.
–¿Pero sigue manteniendo la esencia de barrio?
–Sí, aquí la gente es muy de la calle, de hablar con el vecino y preocuparse por él, por lo menos el ambiente en el que yo vivo. Se ve que si bajas del centro de Oviedo a lo mejor hay zonas que igual a las diez y media ya no hay gente y llegas aquí, a la fuente de las Palomas, y vuelve a vivir la ciudad. Tenemos una gran zona de hostelería y la gente es de la calle, en este barrio nos gusta el terraceo.
–¿Qué le parece la vuelta de la figura del alcalde de barrio?
–Me parece importante, porque si tú estás, es más fácil que el vecino te traslade las cosas que ve. Ayer, por ejemplo, me trasladaron un problema con las baldosas, y para ellos es mas fácil decírtelo a ti, que tienen confianza, que subir al Ayuntamiento, que para mucha gente además es inaccesible. En el barrio hay gente joven que puede manejarse y presentar una queja en el Registro, pero hay gente mayor que no.
–¿Le han trasladado los vecinos alguna queja?
–Sí, la primera fue muy simpática: que en su casa había interferencias en la televisión. Pero hubo una queja sobre la avenida del Mar que se solucionó y varias de baldosas. También trasladé que las chapas que hay de las empresas eléctricas o del teléfono están muy mal puestas, pero eso no es del Ayuntamiento, sino de las empresas que las ponen de cualquier manera. Se van solucionando cosas, queda mucho por hacer, por supuesto, pero se asfaltó toda la avenida del Mar.
–¿Hay alguna necesidad urgente?
–En algunas zonas del barrio hay baches, alguna cosa de infraestructura en carretera, algún semáforo que está picada la carretera por el lado de la acera y no eres capaz de cruzar bien con una silla de ruedas. Tuvimos una época en la que también había algún problema de seguridad, pero ahora no se ha quejado nadie.
–¿Qué ha supuesto el Arpa de Santullano?
–Bien, todo lo que una Ventanielles y Teatinos viene bien porque hay movimiento de un lado para otro y para todo. También para el centro comercial, que hay tiendas y la gente viene.
–¿Da mucha vida Los Prados?
–Bueno, da vida, no es que sea una cosa exagerada, pero sí, aunque dio más vida de la que da ahora mismo. Los fines de semana sí, la zona de supermercado está llena y la gente viene y se queda a dar una vuelta y a tomar algo. Aquí hay una manzana con mucho bar y mucho restaurante. Tenemos de todo: bares, restaurantes, peluquerías, tiendas de uñas, supermercados...
–Acaban de inaugurar el centro social tras tres meses de obras.
–Eso para mí es una victoria, llevo mucho tiempo luchando por que se mejorase, ya que era muy antiguo. Tenía bastantes deficiencias y con la pandemia se quedó pequeño; sigue siendo pequeño para el barrio, pero quedó precioso, tiene mucha claridad. Antiguamente el centro lo utilizaba la gente mayor para jugar a las cartas o al parchís y las asociaciones, pero ahora hay muchas actividades del Ayuntamiento y se queda pequeño, pero nos vamos arreglando.
–¿Hay más espacios para asociaciones?
–Tenemos el hotel de asociaciones, justo al lado del centro de estudios, y las que lo necesiten pueden ir y pedir una sala para hacer actividades. Algunas no son del barrio y vienen aquí.
–¿Funciona bien el centro de salud?
–Sí, a veces tiene pocos médicos, pero viendo lo que ocurre en otros sitios, tampoco es que estemos abandonados. El único problema que hay es que el fin de semana nos quedamos sin urgencias y tenemos que desplazarnos a Pumarín o a La Corredoria. El barrio es grande y sería bueno que hubiera urgencias aquí.
–Han tenido polémica porque han arrancado 25 árboles para arreglar las aceras de la calle Sabino Fernández Campo.
–A ver, es que hay un problema con los árboles aquí. En la acera de enfrente ya se habían quitado porque revientan la acera, las raíces la levantaban totalmente, había trozos en los que era imposible andar por la acera de lo levantada que estaba. Lo de los árboles es muy peculiar porque hay gente que los quiere y gente que te llama para que vengan a podar el árbol porque le da sombra en la cocina.
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