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Domingo, 18 de septiembre 2022
Hay varapalos que te cambian la vida, pero la médica Mercedes González (Oviedo, 1954) los afronta siempre mirando al futuro; sin dar ningún paso atrás, afrontándolos sin rendirse. Peleando porque a pesar de todo se «considera afortunada».
González lleva la sanidad en su ADN. Hija ... del doctor Pedro González y la enfermera Enedina Menéndez, nació en la calle Campoamor y nunca se ha mudado de allí. Estudió en el colegio Covadonga, de donde conserva grandes amigas, y recuerda su infancia con momentos muy buenos. También malos, como una pérdida que la marcó siendo muy joven y para siempre. «Mi madre murió cuando yo tenía 9 años. Mi hermano Pedro -que falleció de un infarto el 1 de enero del 2000- y yo éramos muy pequeños, aunque mi padre se volcó con nosotros».
Tras pasar por la institución Teresiana y el instituto Aramo, primer optó por Turismo. «Siempre he sido una persona libre e independiente, pero he sentido la responsabilidad de ciudad de mi padre y tenía claro que de Oviedo no ve iba a mover», explica.
Dejó Turismo y se matriculó en Medicina. Empezó los estudios «en Llamaquique, en lo que ahora es Geológicas, y en enero nos mudamos a El Cristo. Nuestra generación inauguró las instalaciones», recuerda.
Conoció a su marido, Pedro, con 18 años, se casaron y mientras estudiaba la carrera tuvo a dos de sus tres hijos. «Las aulas eran con desnivel y yo con los embarazos tenía mucho vértigo; los profesores me dejaban entrar por la puerta de abajo», narra de aquellos tiempos. No se presentó al MIR porque dio a luz a su segunda hija y trabajó cuatro años en la Consejería de Sanidad. Estuvo en el paro más de un año hasta que la destinaron como médico a Ablaña (Mieres). «Fue una sustitución larga y cuando terminé me ofrecieron Urgencias de Atención Primaria en el centro de salud de Llano Ponte en Avilés», continúa explicando. Algo que le permitió tanto a ella como a su marido conciliar. «Él trabajaba por las mañanas y yo las tardes y noches». Hasta que un accidente con una lesión vertebral, con 40 años, derivó en que le declararan una invalidez.
Como no sabe estar quieta, ella misma lo reconoce, empezó entonces a hacer acción social. «Lo había intentado antes, pero no podía porque no tenía tiempo», justifica. Colaboró con Cáritas hasta que fue directora -la nombró Gabino Díaz Merchán y salió con Carlos Osoro-, ayudó a las presas de la cárcel de Asturias y fue presidenta de Codopa (Coordinadora de ONGD?
El cáncer también ha marcado su vida. «Lo más tremendo de mi vida fue la enfermedad de mi hija; vivir la angustia de que vas a perderla porque tenía un mal diagnóstico». Por fortuna, todo salió bien. Ella también lo sufre. Se lo detectaron al poco de ser elegida concejala por Somos,
A pesar de todo ello «me considero afortunada»: «Imagina que esto te pasa en un país sin Sanidad o aquí que hay gente que no puede pagarse la medicación». Dejó la política y al mes se murió su marido, al que tiene muy presente durante la conversación. Ahora está ilusionada con la llegada de su tercer nieto: «Está cerca».
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