«Que no nos mareen más con el nombre de las calles»

«Que no nos mareen más, es un perjuicio para los vecinos que no saben en qué calle viven», resumió el hostelero Manuel Álvarez, dueño del concurrido bar La Lira. «Que dejen el nombre que tenía. A mí no me afectó en nada porque no cambié nada, pero no estamos, con la situación en la que estamos metidos, como para andar con estas tonterías», sentenció Álvarez.

Las razones en las que se basa el magistrado Miguel Ángel Carbajo para tumbar el nombre de las calles vienen de lejos. El anterior equipo de gobierno decidió en 2016 cambiar, apelando a la Ley de Memoria Histórica, el nombre de veintiún calles, pero la decisión fue anulada por otro juzgado, el número 6, porque el acuerdo se había tomado sin motivación y sin, como exige la ley, un informe de los expertos proponiendo esos cambios. Tras la anulación, el exalcalde Wenceslao López convocó un comité de expertos. Con ese respaldo, la junta de gobierno apeló a las competencias residuales del regidor para cambiar el nombre de cuatro calles ajenas a la ley de memoria y dejó las otras diecisiete en manos del panel de expertos. Para el juez, su convocatoria fue un intento de «dar una fingida motivación» ante la exigencia del Contencioso número 6.

«A nosotros nos afecta. Tenemos un pedido grande para la semana que viene y no sabemos qué nombre poner. Y el Ayuntamiento que ponga lo que quiera, pero que deje uno de una vez», explicó Javier González, farmacéutico en la botica de la plaza.

Hay quien nunca se acostumbró al nombre de El Fresno como la panadera Lorena Fernández Zorita. «Nadie le llamaba así, siempre se llamó La Gesta y quien viene preguntando por alguna calle de las que cambiaron pregunta por los nombres antiguos», resumió.

Rafael Quiroga, vecino del barrio, explicó que más allá del «camelo» de la Ley de Memoria Histórica, el proceso ha sido «un incordio para todos».