El periodista, creador de los Premios Príncipe de Asturias, Ediciones Nobel y el proyecto 'Asturias, capital mundial de la poesía', dice que lo «mucho o lo poco que soy se lo debo a Moreda de Aller», su localidad natal
Entrar en la casa de Graciano García, ubicada en Montecerrao, es acceder a su historia. En un mueble del salón se sitúan dos esculturas de Juan Miró, como las que cada año reciben los ganadores del Premio Princesa de Asturias; un cuadro con el ... lema 'Asturias, capital mundial de la poesía', otro de Tapia de Casariego, donde veranea y pasa los fines de semana, y un sin fin de fotografías con su familia -sus nietos son su debilidad-. También los periódicos y enorme montón de libros. «Aquí hay de todo», resume el periodista, que a la pregunta de cómo está responde así: «Resistiendo».
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Cuenta García que «lo mucho o lo poco que soy se lo debo al pueblo». Él nació en Moreda de Aller en octubre de 1939. Hijo de Rodolfo y Dolores, es el mayor de tres hermanos y desde pequeño le enseñaron lo que era la solidaridad. «La gente luchaba para que sus hijos tuviesen escuelas, maestros y libros». Huella le dejaron tres personas: su maestra Domitila, que le enseñó a estudiar «con alegría». y Pepe Campo y Jesús Castañón, dos vecinos que eran poetas. El primero escribía en «asturiano y el segundo en español».
Con quince años trasladó sus estudios a Oviedo y con 17 se mudó a Madrid. «Allí lo que hice fue leer periódicos». También recuerda que un día fue a visitar al director de 'Pueblo', Emilio Romero, y «me deslumbró». «Volví a la capital de Asturias para dedicarme al periodismo» . Así, con grandes como Diego Carcedo y José Luis Balbín emprendió una renovación de la profesión. Trabajó y se formó a la vez porque «el periodismo es la más bella de todas las profesiones pero siempre ha de ser libre y con cultura».
Algo que al principio no consiguió. Fue lo que le llevó a crear 'Asturias Semanal' cuando tenía treinta años, aunque la censura le siguió afectando. «Fuimos secuestrados tres veces e hicimos lo que pudimos», reconoce. Con la llegada de la Constitución se puso en marcha 'Asturias, diario regional' y con el ambiente de «libertad, reencuentro y concordia» le surgió la idea de celebrar unos premios que suman ya 42 ediciones y cada octubre sitúan a Oviedo en el mapa mundial. «Los milagros existen porque este era un proyecto casi imposible que nació porque la Constitución recuperaba el título de Príncipe de Asturias y le conté a Sabino Fernández Campo lo que tenía pensado». Un encuentro que se produjo en el Hotel de la Reconquista y a los quince días tuvo una reunión con el rey Juan Carlos I donde le dijo que «contase con su apoyo pero que no le dijese nada a nadie».
Esto hizo que los dos años siguientes fuesen complicados. «Pocos me apoyaron, pero el 20 de septiembre de 1980 nació la Fundación». Un año y un mes después se celebró la primera gala. «Estoy muy orgulloso y feliz de la trayectoria de los Premios y uno de sus tesoros es que han ido creciendo a lo largo de los años».
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De forma paralela creó el grupo Ediciones Nobel, que ahora llevan sus hijos, Pelayo y David, y ha hecho de la poesía un proyecto «histórico y único en el mundo». Si le preguntan si le pueden dar el Premio Princesa por 'Asturias, capital de la Poesía', responde tajante: «Son cosas incompatibles, aunque el fondo es el mismo. Diferentes sueños donde la libertad de la cultura van unidas».
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