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Conocida por ser el punto de unión entre la avenida de Pumarín y el Campo de los Reyes, la calle Aureliano San Román fue nombrada como tal oficialmente en mayo de 1920. Aunque se desconoce cómo se la denominaba en sus inicios como camino, sí se sabe que hace honor al que fuera el primer promotor de la Cámara de Comercio de Oviedo, además de concejal y teniente de alcalde a partir de 1809, fallecido posteriormente en 1909.
Más allá de los orígenes, constituye una vía de unión crucial que hoy conecta con el barrio de Teatinos y que, durante años, estuvo abocado al cierre de todos los locales comerciales.
Con la llegada de nuevos residentes a la zona y la afluencia de vehículos en dirección a Los Prados o al Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), la vía está viviendo un «renacer comercial» en opinión de los vecinos, especialmente tras terminar la pandemia.
Uno de los casos es el del locutorio Amazonas, uno de tantos instalados en la zona y que lleva «unos treinta años en Aureliano San Román» con «clientela fiel y de toda la vida», principalmente latina.
Cogido en traspaso hace cinco años por Marco Ona, su experiencia viene de un local anterior, más pequeño, en la calle Argañosa. Vio la oportunidad en Aureliano San Román en «un local mucho más grande que el que teníamos».
Tras varios años en la zona, puede decir con confianza que «la calle está mucho mejor porque antes había muchos locales vacíos y ahora casi todos están alquilados con negocios, dan vida a la calle y al barrio».
En ese sentido, Celestina Celle, dueña del centro de estética Coqueta, lo sabe bien. Tras seis años en su local –sin contar los otros cinco en un número diferente de Aueliano San Román–, esta apasionada de la belleza agradece que va «muy bien de clientela». Esto se debe, principalmente, a la vida que trae consigo la vía. «Es que es muy buena calle porque pasa mucha gente y es muy vistosa. Además, también pasa mucho el bus y todo eso ayuda, es bueno para el comercio», matiza.
Por otro lado está la historia de Gustavo Adolfo Higuera, quien decidió abrir su cafetería-panadería hace cuatro años, «justo antes de la pandemia; y aquello casi hace que cierre». Sobrevivió gracias a «una clientela muy fiel», aunque más que nada es su combinación de bollería colombiana y española lo que más está «enganchando» a la gente y conquistando los paladares de todos su vecinos.
En su opinión, al igual que Marco Ona, «el barrio se están convirtiendo en una zona latina». Explica que «ahora estamos rodeados, los latinos hemos abierto muchos negocios porque originalmente no había nada, y eso se ha notado en estos años tras la pandemia».
Pegada a esta cafetería, la Farmacia Pumarín lleva cincuenta y dos años al servicio del barrio y de los residentes en la calle Aureliano San Román, poniendo al día en salud. Ahora mismo, el titular al otro lado del mostrador es Jovino Ortiz, farmacéutico que lleva quince años en el local. Destaca que, principalmente, «se trata de un barrio viejo, con clientela tirando a mayor, por eso hay tantas farmacias en los alrededores». No solo eso, puede decir mientras observa el escaparate que «esta es una buena calle, tiene movimiento y negocios que funcionan». Es un barrio, a fin de cuentas, «que tiene actividad comercial a pie de calle, equiparable a Valentín Masip».
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