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La librera Conchita Quirós (Pillarno, Castrillón, 1935) ha fallecido esta madrugada a los 85 años. El alma de la ovetense Librería Cervantes ha muerto en su casa de forma repentina, tras sufrir una caída días atrás. Una enorme pérdida para la cultura ... asturiana, que pierde con Quirós una figura emblemática en el año en el que Cervantes celebra su centenario, porque corría el mes de septiembre de 1921 cuando Alfredo Quirós, su padre, abrió las puertas de un modesto local en el número 3 de la calle Doctor Casal, que entonces se encontraba a las afueras de Oviedo. El negocio incluía imprenta, papelería y librería y ella entró a ayudarle hasta llegar a convertirse, con el paso de los años, en una mujer de referencia en el sector del libro en Asturias.
Nacida en Pillarno, Castrillón, el pueblo natal de sus progenitores, el 21 de mayo de 1935, la vida de Conchita Quirós estuvo siempre estrechamente vinculada a Oviedo, donde se crió entre libros. La propia Concha decía a menudo que había heredado el carácter de su padre y de su madre, casi a partes iguales. De Don Alfredo, como le llaman los que le conocieron, tomó la vena literaria, la pasión por los libros. De su madre, Aurelia, su espíritu luchador, el no rendirse nunca ante las adversidades.
El fundador de Cervantes era un librepensador y un idealista que en 1921 decidió abrir una librería en la calle Doctor Casal, en una parcela próxima a su actual ubicación. Fue un tiempo después de su regreso de Cuba, desahuciado y, decían, cercano ya a su final. Nada más lejos de la realidad. En sus más de 90 años de vida construyó parte de la historia cultural de la ciudad.
El resto lo culminó su hija Concha, una mujer emprendedora, progresista, avanzada a su tiempo. La única de sus cuatro hijos que siguió el camino de las letras. Porque si Don Alfredo se arriesgó a vender libros prohibidos y a alimentar su pequeña trastienda «oculta» en la que crecieron literariamente muchos nombres que hoy conforman las letras asturianas, Concha prosiguió esa labor, ya en otras circunstancias sociales y políticas, hasta llegar al día de hoy, cuando su sobrino Alfredo continúa con su legado.
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Licenciada en Magisterio y Filosofía y Letras, un acontecimiento que cambió su vida fue la decisión de irse a París, en el año 1968, con una beca del Gobierno francés para estudiar el sistema de gestión literaria y editorial en el país galo. De aquella etapa contaba numerosas anécdotas: ver por primera vez un centro comercial, volver desnutrida por el hambre que le hicieron pasar las monjas de la residencia en la que se hospedaba y obtener una beca de prácticas en varias librerías de París, Saint Etienne y Montepellier. Una época fundamental en su formación, en su futuro y en su carácter, porque, mientras lustraba suelos en una casa señorial parisina, en su cabeza se fue forjando la idea de construir una librería con varios pisos, dedicados a distintas temáticas. El espíritu de mayo del 68 se hacía fuerte en ella.
Así que a su regreso atesoró no pocas vivencias como librera y como empresaria en una época difícil para las mujeres. Por ejemplo, fue una de las primeras conductoras de Oviedo, y era saludada cada día por los guardias de tráfico de la época, que la animaban con un «Hale, hale, que hoy ya lo haces mejor que ayer». También le gustaba recordar el episodio de un banquero que no quería hablar con ella, sino con el hombre al frente del negocio.
Y, tras el debilitamiento de salud de su padre, que falleció en 1995, Concha tomó definitivamente las riendas. Y varias decisiones de calado. Por ejemplo, buscar un local más amplio y se acercarse a una clientela deseosa de novedades. O, más recientemente, organizar un foro cultural con una intensa actividad.
Una labor incansable que la hizo merecedora de numerosas distinciones. Tanto a ella como a su librería. Y, así, entre otros reconocimientos, el Gobierno del Principado concedió a Quirós la Medalla de Plata de Asturias en 2007.
Entre los hitos del establecimiento destacan también el impulso al Premio Tigre Juan, la fundación de la editorial Trea, la creación en 1996 del Premio Alfredo Quirós o la distinción de mejor librería del Año que le otorgó en 1996 la Federación del Gremio de Libreros de España.
Con la desaparición de Concha Quirós, quien también fuera orgullosa pregonera de San Mateo, la cultura asturiana pierde un referente, un motor cultural de la ciudad, a su librera decana. Una mujer pionera que consiguió colocar al establecimiento de Doctor Casal entre las diez primeras librerías de España en cuanto a volumen de ventas y que, en plena pandemia, estaba convencida de que «los libros llenan a la gente de fuerza en tiempos difíciles».
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