
Marta Pérez | Propietaria de Lencerías Berta
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Marta Pérez | Propietaria de Lencerías Berta
«Se ha perdido ser un referente en el comercio porque no nos apoyan»Marta Pérez, propietaria de Lencerías Berta –en el número 1 de Palacio Valdés–, nació en Oviedo hace 62 años que no aparenta. «Pues no ... soy una persona que ni me pinte ni que me cuide absolutamente nada», explica. Pura genética, como también su forma de ser, la de una mujer activa y luchadora que se crió en Marqués de Teverga, estudió en La Gesta, el año de COU en el instituto masculino –«sí, me atreví y éramos tres compañeras, lo pasamos fenomenal»– y luego Magisterio. Hasta que cogió el traspaso de la tienda de su madrina, Berta. Tras más de cuatro décadas detrás el mostrador, se ha convertido en una voz con peso del sector; más después de haber ocupado la presidencia de la Asociación de Autónomos y Comerciantes de Oviedo.
–Me cuenta que el 22 de marzo hizo 41 años que tiene la tienda...
–Mira que pasan rápido los años. Recuerdo querer cumplir 18, 19 años... hasta los 63 que voy a hacer. Y luego que no tengo hijos, que te marcan las etapas de referencia. Mis hijos han sido las tiendas.
–Estudió Magisterio y se adentró en el mundo del comercio.
–Yo nací en Marqués de Teverga, en un chalecito que había pequeñito, y mi madrina vivía enfrente. Se quedó viuda muy pronto y mis padres la ayudaron mucho. Cuando acabé Magisterio, vino un día mi madre y me dijo: 'traspasa Berta la tienda'. Era una mercería. Mi madre es una gran modista, excepcionalmente buena. Tenía una renta baja, le cogimos el traspaso y pensaba en darle un giro en un año, en poner una librería, pero empecé a vender hilos y botones y hasta hoy. Cambió un poco de mercería por corsetería.
–Ha tenido cinco tiendas, cinco 'hijos'.
–No sé si es una virtud o un defecto. Cuando tengo las cosas, me entrego totalmente a ellas. Pero cuando me desprendo de ellas, corto y se acabó.
–Sin duelo.
–No hay duelo, no. Me deshice de la primera tienda, decidí deshacerme de la segunda, la tercera... En un momento determinado de mi vida dije: 'hay que deshacerse del negocio, hay que ir cortando' y me quedé con esta más grande.
–Después de más de cuatro décadas tras el mostrador, ¿se pierde algo la ilusión?
–No, pero sí es diferente porque los tiempos han cambiado. Soy una persona extremadamente tímida, pero con un mostrador delante me como el mundo. Me encanta mi trabajo, el público y llevo muchos años; más de treinta tratando con mujeres afectadas de cáncer de mama. Es un público especial en todos los sentidos. Empecé a trabajar con productos autoprotésicos porque mis clientas habituales empezaron a tener cáncer y tenían que ir a una ortopedia. Yo vendo los bañadores exactamente iguales con prótesis, quizá un poco más cerrados para que cubra si hay cicatrices. Hay que normalizar el tema para que se abran y es un tipo de público que me llena muchísimo.
–Habrá cambiado la manera de vender.
–Antes nos compraba la gente, ahora tenemos que vender. Es completamente diferente. Las ventas y las ganancias son mucho menores y la presión fiscal es brutal. No te dejan ganar dinero o prosperar. No se te quita la ilusión, pero te lo ponen difícil.
–Hace un par de meses comentó que el comercio estaba en su peor crisis.
–En 2009 hubo una crisis y yo no la noté. Ahora sí, y estoy completamente segura. De la mercancía, según entras por la puerta, el 21% es para Hacienda la vendas o no la vendas, y luego hay cuatro declaraciones al año más otra global... De verdad, que no da. No hay margen suficiente para poder tener como tengo yo dos empleadas y mantener la tienda. Tienes que tirar de los ahorros y no es eso tampoco. Un negocio es para que el empresario gane y para que en vez de tener dos empleados tenga cuatro, que crezca. Esa es la realidad de la situación económica que tenemos.
–Una de sus luchas es que Oviedo vuelva a ser un referente de comercio.
–Oviedo y San Sebastián eran un referente de comercio en España. Oviedo ahora es la capital de la hostelería, no es la del comercio. ¿Y por qué se ha perdido todo eso? Porque no nos apoyan. El alcalde quiere hacer muchas cosas, sí, pero para la hostelería, que no generan venta de comercio.
–Su apuesta es crear un bulevar comercial.
–No se da la tecla adecuada. La gente va al Bulevar de la Sidra y perfecto. Pues haz un bulevar como las Rozas Village. Que vengan tiendas como Dior o Chanel, buenas tiendas. Para que la gente venga a comprar ropa buena, a ver las luces, a comer...
–Esta zona es donde propone crear ese bulevar.
–El paseo de los Premios Princesa. Si lo que tenemos es que plantar cuatro tiestos y que todas las tiendas nos unamos y pongamos en primavera los escaparates parecidos o adornemos para atraer a la gente. Y luego que tenemos poco eje comercial, habría que ampliar más la zona.
–Los precios de los alquileres tampoco ayudan mucho. Están muy altos...
–Si se venden, lo pagan. Sí las hay disparatadas, pero también medianamente moderadas. Cuando formaba parte de la asociación de comerciantes y venía gente joven, les decía que mi obligación era decirles los problemas que iban a tener. La gente coge un local que está para abrir al día siguiente y lo que debe de hacer es comprar mercancía y ponerse a vender para ganar dinero, no meterse en una obra de 30 o 40.000 euros. Ya lo harás después, no te empeñes antes de empezar, que los primeros años son muy duros.
–La falta de relevo también es un problema.
–En mi caso no tengo hijos. Si fuera hace veinte años, seguro que tenía relevo, ahora no. Es un negocio muy esclavo, son muchas horas. Esto no es un trabajo que vas y cobras el sueldo, hay que ganarlo todos los días.
–¿El cliente siempre tiene la razón?
–Al cliente siempre hay que hacerlo sentir a gusto. Si no tiene la razón, se lo explicas y punto, pero hay que tratarlo como a un rey.
–Usted fue presidenta de la Asociación de Autónomos y Comerciantes de Oviedo. ¿Echa de menos esa representación?
–Ahora no, porque no me puedo dedicar a ello, pero a lo mejor, cuando me jubile, voy a dar mucho la lata a quien esté en el Consistorio para que Oviedo vuelva a ser un escaparate del buen comercio. Aquellos años como presidenta fueron durísimos, no había unión. Es complicado el mundo del comercio y del autónomo. Siempre dije que si los autónomos nos uniéramos, mandaríamos en el país.
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