RAFAEL FRANCÉS
Domingo, 9 de octubre 2022, 00:27
Hablar con Fernando Villabella (Oviedo, 1962) es hablar de baloncesto (él nunca dice el anglicismo basket, será por que es algo «antiguo») y ver cómo se le iluminan los ojos de inmediato. El presidente del Alimerka Oviedo Baloncesto es un hombre afable, autodenominado cabezota, risueño, ... cercano y muy consciente de sus limitaciones, al menos de las baloncestísticas: «Fui un pésimo jugador y un mal entrenador. Mejoré como auxiliar de mesa y ahora soy presidente». Se puede decir que mejoró cuando más se alejó de la cancha. Aunque el baloncesto es uno de sus desvelos «desde pequeño en que me enganché viendo en la tele el Torneo de Navidad del Real Madrid, con la voz de Héctor Quiroga». Aunque entre las pasiones de Villabella hay alguna que otra más.
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Considera que hay tres grandes hitos en su vida: el colegio San Ignacio, donde estudió desde los 12 años; la Cámara de Comercio, donde lleva una vida trabajando y ahora es el secretario general; y su mujer 'Mariajo', que con el paso de los años «se ha vuelto una aficionada al baloncesto y ese es el motivo por el que puedo seguir en este mundillo de la canasta». Todo ello sin olvidar Grado, donde vivió de niño en una casa con ocho hermanos y unos padres, Fernando, abogado y funcionario municipal, y María del Carmen, farmacéutica.
«Me llevaron al colegio San Ignacio con 12 años y la verdad es que no lo entendí muy bien porque pese a que me nacieron en el Sanatorio Miñor he sido siempre y sigo siendo muy moscón», asegura. Y añade: «Mis padres estuvieron decidiendo entre los Maristas y el San Ignacio y, afortunadamente, me llevaron al San Ignacio, que me abrió un mundo diferente y donde me enseñaron una magnífica manera de enfrentarme a la vida».
Esa primera marca es el colegio de los Jesuitas. Otra la Cámara de Comercio, a la que llegó tras estudiar Derecho y dejar seis años de su vida opositando a Notarías «sin ningún éxito». Empezó en la Cámara pese a que a la entrevista de trabajo fue de vaqueros. «La verdad es que no sabía que era una entrevista de trabajo hasta que allí me lo dijeron».
Después se casó con 'Mariajo' Alonso Cuesta (junio de 1998) y el rumbo siguió entre la Cámara y el baloncesto. De sus tiempos en el San Ignacio, donde hizo sus primeros pinitos con la canasta, queda el recuerdo de Toni Martín, un mito del baloncesto asturiano, que «completó la formación que nos daban en el colegio con la picardía de la calle». De aquellos tiempos un montón de personas, muchos amigos. De hecho caminar con Villabella por la calles de Oviedo es un no parar de saludar y saludar y saludar... No solo Toni Martín, también el abogado Luis Tuero o Víctor Tresguerres porque «sin él, no existiría el Oviedo Club Baloncesto». El caso es que hace doce años se embarcó en la aventura del OCB. «Lo cogimos en liga EBA y ahora estamos a las puertas de la liga ACB, aunque necesitamos más patrocinadores y un mayor apoyo institucional», precisa.
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Villabella sigue sonriendo y recuerda que «mi mayor éxito en la vida es haberme aceptado a mí mismo y comprender que la felicidad es saber disfrutar lo que tienes».
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