Joaquín Salas Suárez
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Joaquín Salas Suárez
Joaquín Salas Suárez (Llanera, 1946), lleva medio siglo ligado al asociacionismo del barrio, por ello, ocupar el cargo de alcalde de Olivares no es algo que le haya cogido desprevenido.
–¿Qué le parece la figura del alcalde de barrio?
–Es un modo de ... hacer las cosas distintas a como se estaban haciendo hasta ahora. Es un nexo de unión entre los vecinos y el Ayuntamiento de forma directa. Dejamos de crear un montón de papeleo y de instancias, cualquier vecino tiene acceso al alcalde de barrio y nosotros tenemos línea directa con los concejales y la Alcaldía, así la mayoría de los problemas se solucionan sobre la marcha.
–¿Cómo afronta este cargo?
–Es algo que me viene de lejos, llevo más de 50 años en el asociacionismo del barrio. Ya fui vicepresidente de la Asociación de Cabezas de Familia, desde los años 70 hasta ahora, ya llovió.
–Habrá cambiado mucho...
–Muchísimo, sobre todo en la forma de hacer las cosas. Entonces hubo un momento en el que se canalizó todo a través de la Iglesia para solucionar problemas familiares o de indigencia. Pero el trato directo con los vecinos nunca lo tuvimos. Luego aparecieron las asociaciones y en ellas fui siempre presidente o vocal.
–¿Le han hecho llegar ya muchas quejas los vecinos?
–No. Tuve algunos emails y se fueron solucionando sobre la marcha, sobre todo de limpieza y desbroce de caminos. A eso me refería. Ahora no es necesario hacer una instancia: hablo con el concejal correspondiente y se solucionan los problemas en cuestión de días. Las cosas van funcionando.
–¿La respuesta del Ayuntamiento está siendo buena?
–Sí. La sintonía es perfecta y tampoco es un barrio conflictivo. Es una zona residencial, no tenemos establecimientos de hostelería ni de ocio, aquí hay pocos problemas y no son de convivencia. Los que hay son de mantenimiento o solucionar pequeñas cosas.
–Alguna necesidad será más urgente que otra...
–Necesidades siempre hay, pero este es un barrio en el que se hizo una transición importante. Esto era una zona rural hace 30 años y ahora es una zona urbana. No hay construcción en altura. También es verdad que las urbanizaciones son cerradas y solucionan sus problemas ellos.
–¿Fue complicada la transición?
–Soy vecino de aquí de toda la vida y la transición de rural a urbano fue muy amable; fueron desapareciendo las explotaciones agrarias y lo poco que queda es residual. No molesta a nadie y la convivencia es buena, es una zona muy tranquila.
–¿Echan de menos servicios?
–No mucho, igual la juventud echa de menos un polideportivo o algo... Tenemos una cancha y un centro social que igual está infrautilizado, quizá podíamos utilizarlo mejor o darle mayor vida. El Parque del Oeste tiene zonas de ocio, como la plaza de Italia, que sería un sitio ideal, no para macroproyectos, pero sí para festivales y no se está utilizando. Potenciar un poco lo que tenemos: las piscinas del parque, la escuela de tenis… Todo eso requiere estar un poco encima, tener mantenimiento y estar atento a que todo funcione.
–¿Qué supone para el barrio el Parque del Oeste?
–Le da vida porque esta es una zona muy tranquila, es un lugar ideal para la gente que pasea, tanto por el parque como por las calles de Olivares, porque no hay un tráfico excesivo, excepto en dos calles, las que unen La Florida con Buenavista.
–¿Cómo afecta el Carlos Tartiere en el día a día del barrio?
–Es una zona residencial y no hay aparcamientos, no los necesitamos porque cada casa tiene su plaza de garaje, pero cuando hay partidos nos inundan las calles. Es cada quince días y tampoco la molestia es tan grande. Hubo un momento en que sí porque se aparcaba delante de garajes y hubo que avisar a la policía, pero se solucionó y ahora mismo aunque aparcan mal en algunos sitios, no estorban. Además, el Oviedo lo merece.
–¿Qué opina de los accesos al Carlos Tartiere?
–Los accesos al campo son malos, sobre todo para la gente mayor, hay un proyecto de Alcaldía para hacer una especie de pasarela con escaleras mecánicas, supongo que con el tiempo tendrán que dar una solución a eso porque tal y cómo está no es bueno. Hay unas escaleras muy grandes, pendientes, y no está bien.
–¿Están bien comunicados?
–Ahora sí. El autobús era una de las reivindicaciones que teníamos porque estando cerca, estábamos lejos. No teníamos manera de comunicarnos con el centro. Conseguimos el autobús después de mucho pelear con el Ayuntamiento y, sobre todo, con la concesionaria. Ahora tenemos un autobús cada media hora, que nos viene muy bien.
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