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ROSALÍA AGUDÍN
OVIEDO.
Miércoles, 30 de octubre 2019, 01:21
¿Había o no agua en el incendio de Uría número 58? Dos años y medio después sigue sin esclarecerse este punto. Entre los propios efectivos que actuaron hay contradicciones, pero la Policía Científica lo tiene claro: «Es obvio que los bomberos no tuvieron suficiente para atacar las llamas». Así, lo declaró el jefe de la brigada en la segunda parte de la vista que estudia si el Ayuntamiento tiene que pagar a la propiedad del edificio incendiado en 2016 cerca de un millón de euros en calidad de responsabilidad patrimonial.
El agente, en su declaración como testigo perito ante la jueza del Contencioso-Admnistrativo número 2, apuntó que la boca de riego donde se conectaron los bomberos fue insuficiente para dar servicio: «Para todo tenían una sola fuente de alimentación y es obvio y manifiesto que no había medios para tratar un fuego estructural».
Los bomberos se vieron obligados, según añadió, a cambiar las mangueras por otras de un «calibre inferior» y el hidrante más cercano, situado a la altura del hotel Favila en la calle Uría, se encuentra más lejos de lo que la normativa exige. Está a doscientos metros cuando se exige que sean cien.
El incendio en un principio no se esperaba que fuese tan grave. Su origen era eléctrico y los bomberos confiaban en que su extinción iba a ser rápida. Pronto se dieron cuenta de su gravedad. Las llamas habían empezado mucho tiempo antes de que llegara el aviso. Lo primero que hicieron los efectivos fue romper con un bichero el falso techo para dar con el origen: se encontraron con «olas de fuego» y el agua «le hacía cosquillas», según apuntó durante la vista el funcionario local Juan Carlos Fernández Granda, 'Cuni'. Él resultó herido en el fatídico incendio cuando se produjo el colapso del edificio. Cayó al vacío junto a su compañero Eloy Palacio, que perdió la vida.
'Cuni' defendió ante la jueza que durante las labores de extinción no había agua suficiente. Una opinión similar mostraron sus compañeros José Daniel Calvo, José Ramón Díaz y el subinspector ya jubilado Juan José Puente: «Supuestamente se sacaba más de la que se lanzaba», apuntó a las preguntas que le hizo el letrado de la propiedad del edificio, Miguel Teijelo.
Los efectivos Jesús Avelino Losas, Benjamín Martínez y el mando Óscar Martínez mantuvieron una posición contraria: «Con la punta de lanza no me faltó en ningún momento», relató este último para a renglón seguido especificar que las labores de extinción fueron muy duras.
El abogado de Aqualia insistió, en la segunda parte de la vista, en preguntar si los bomberos «revisan» los hidrantes y las bocas de riego. Algunos efectivos contestaron de forma afirmativa. Quien fuera concejala de Infraestructuras en el momento del suceso, la socialista Ana Rivas, que acudió al juzgado en calidad de testigo, relató que tras el incendio «surgió el rumor» de que faltó agua durante las labores de extinción. Fue entonces cuando el equipo de gobierno preguntó «qué había pasado». Se abrió un expediente administrativo, pero llegó a caducar dos veces. Hoy en día ni ella ni el entonces edil de Seguridad Ciudadana Ricardo Fernández, también testigo ayer, saben «si se ha hecho algo más».
El juicio llegó ayer a su fin con las declaraciones de dieciséis testigos. Los letrados de las partes enviarán ahora sus conclusiones por escrito a la jueza y después dictará sentencia.
La única resolución que por el momento ha visto la luz, relacionada con este caso, fue favorable a los intereses del Ayuntamiento y tendrá que indemnizar a la propietaria de la tienda Casa de la calle Melquíades Álvarez con 14.419 euros.
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