Un coche de policía ante el portal donde ocurrió el crimen. A. P.

Igor Postolache «es carne de cañón para un suicidio o un incidente con otros presos»

El moldavo acusado de matar a Erika «vive en diez metros cuadrados», «no habla con nadie» y permanece engrilletado hasta en la sala de curas

Viernes, 22 de abril 2022, 00:48

Igor Postolache, el moldavo de 32 años acusado de matar a la pequeña Erika Yunga, de 14, el pasado 5 de abril en el rellano del número 69 de la calle Vázquez de Mella, en Vallobín, es «carne de cañón para un suicidio o ... un incidente con otros presos» de la cárcel de Mansilla de las Mulas, en León, en la que permanece desde el pasado Viernes Santo. «Puede lesionar a terceros, se puede autolesionar o puede ser víctima de una venganza». Así lo explican a este diario fuentes del entorno de la penitenciaría de Villahierro, a la que llegó desde la cárcel de Asturias hace una semana por las «serias amenazas» que ya había comenzado a recibir por parte de otros reclusos.

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Permanece vigilado las veinticuatro horas del día, aislado en una celda transparente y vigilado por un 'preso sombra'. «Vive en diez metros cuadrados, no hace nada, no habla con nadie, se pasa el día sentado o tumbado», detallan. El grado de alerta con Postolache no podría ser mayor. Dada la gravedad de sus actos -se le acusa de asesinato e intento de agresión sexual-, es uno de los presos que más preocupa, tanto por lo que pueda hacer él como por las represalias de otros reos. Eso, a pesar de que en Mansilla de las Mulas permanecen internos otros 91.3 (los de mayor nivel de riesgo).

Lo primero, porque el moldavo ya trató de quitarse la vida justo después de cometer, presuntamente, el brutal asesinato. Se asestó una veintena de puñaladas mientras se atrincheraba en el cuarto de baño de su domicilio junto a Erika. Los agentes accedieron a la vivienda por una ventana y lo encontraron «consciente» y «sin ropa».

Más de quince días después continúa recuperándose. «Tiene el pecho lleno de cortes» y los guardias lo llevan «esposado» a la sala de curas. Tampoco lo bajan al patio, aunque ya estaría en condiciones físicas para hacerlo.

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