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A. ARCE
OVIEDO.
Miércoles, 13 de enero 2021, 00:44
Sergio Villaverde cumplió ayer su séptima noche consecutiva de huelga de hambre durmiendo al raso al frente de su bar en Palomar (Ribera de Arriba). El temporal y la falta de alimento ya le han comenzado a pasar factura, pero se niega a ... rendirse. «Estoy agotado, me fallan las fuerzas y me he puesto malo del estómago, pero voy a seguir por mí y por toda la hostelería», sentenció desde su pequeño camastro cubierto delante de El Caleyón.
Lo afronta como puede, asumió, con el apoyo de sus compañeros hosteleros y de las decenas de clientes y vecinos que se pasan por allí para trasladarle sus ánimos. Villaverde, de 50 años, ha visto denegada su solicitud para optar a la ayuda regional para los sectores afectados por el cierre por deber, en sus palabras, «una cuota de autónomos a la Seguridad Social», puede perder su bar (y vivienda) por impago del alquiler y le corresponde, reiteró, «una ayuda del Ayuntamiento de Ribera de 150 euros». Solo quiere «lo que se me debe», «los 1.500 euros» de ayuda regional.
«Me han dejado aquí tirado y a excepción del presidente de Vox, Ignacio Blanco, nadie ha venido a visitarme para ver cómo estoy o para que les pueda explicar mi situación», denunció el hostelero en huelga de hambre. «Pero estoy mentalizado», repitió una vez más, «y me van a escuchar sí o sí, porque esto no lo hago solo por mí, sino por los autónomos, los hosteleros y todos los dueños de pequeños negocios que se ven con la soga al cuello», aseveró.
A pesar de la helada de la noche de ayer, explicó, «pude dormir bien por el cansancio que tengo», pero «de no ser por un pequeño calefactor que tengo aquí afuera, ahí me hubiese quedado». «¿Acaso van a dejarme morir de hambre y frío aquí afuera sin hacer nada antes para remediarlo?», preguntó con dureza.
«Es horrible estar aquí, es tan duro que cuesta meterse en el saco del frío., y por las mañanas me levanto temblando», expuso. Además del suero y del café de la mañana que, en ocasiones, le llevan los propios efectivos de la Guardia Civil, su dieta solo se completa con un caldo por la noche para entrar en calor. «Meto las mantas en el bar para calentarlas y que estén secas». Solo eso. El resto, a la intemperie.
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