ALBERTO ARCE
OVIEDO.
Viernes, 25 de octubre 2019, 01:22
El problema de las adicciones está hoy más presente que nunca en la sociedad, pero los estereotipos han cambiado y la manera de abordarlos ya no es la misma hoy que hace treinta años. La inclusión de la perspectiva de género, algo «impensable» entonces, ... ha supuesto un impulso en las terapias de rehabilitación. «Los hombres y las mujeres tienen formas diferentes de convertirse en adictos, contextos diferentes y una educación que los condiciona para asumir unos u otros roles de género».
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Así lo confirmó, en declaraciones a este diario, el trabajador social y experto en drogodependencia por la Universidad de Málaga, Rafael Soto, participante de las XXI jornadas Municipio y Adicciones, organizadas desde el Plan Municipal sobre Drogas por el Ayuntamiento y la Fundación Cespa-Proyecto Hombre, en el Palacio de Congresos.
'Caras y ángulos' fue el lema principal de la iniciativa. Y en este sentido (en el de género), prosiguió Soto, es donde salen a la luz con mucha fuerza. «A algunos aún les resulta extraño que los hombres aborden también temas desde una perspectiva de género, pero es necesario», afirmó. «Históricamente», prosiguió, en la figura sociocultural del adicto, «el hombre siempre era el protagonista, pero ahora nos encontramos con que las chicas consumen sustancias legales antes que los chicos y en una gran cantidad», matizó.
En ese sentido, la terapia debe estar conducida a determinados puntos esenciales de la conducta. «El alcohol no nos vuelve violentos, potencia un rol de superioridad aprendido del hombre sobre la mujer, que es lo que desencadena, en muchos casos, la violencia machista», advirtió.
Y es que, añadió el experto, todo nace en la infancia. «Para convertirnos en hombres y mujeres se nos piden cosas distintas, y eso también influye más tarde en la tipología de las adicciones». «El hombre vive más fuera de la casa, se le valora la fuerza desde bien pequeño, el éxito y ser el proveedor. Son rasgos que hacen que enfoquemos nuestra vida de una forma determinada. Hasta hay expresiones como 'beber como un hombre' que lo demuestran», concluyó Soto.
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Por eso, todo empieza en casa. «Las personas no podemos evitar transmitir la vida en nuestro idioma aprendido, pero tenemos que aprender a no limitar a los niños, para que puedan expresar lo que sienten, a reconocer qué están viviendo y a dar importancia a su propio criterio. Hay que tratar de inculcar una autoestima sana y de educar para que sean la mejor versión de sí mismos», señaló.
Y es que las drogas, legales o ilegales, o incluso las adicciones que pueden producirse sin sustancia como la ludopatía «llegan, en muchos casos, para entrar en un lugar de uno mismo donde puede estar faltando algo. Hay gente que encuentra cobijo en las drogas». Pero eso, a través «del Estado, con políticas serias; y de la sociedad, sin estigmas» puede revertirse, concluyó Soto.
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