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RAFAEL FRANCÉS
OVIEDO.
Domingo, 31 de julio 2022, 16:45
En estos tiempos en los que el Camino Primitivo a Santiago se ha puesto de moda, ha recobrado fuerza la figura de Alfonso II «El Casto» (791-842) como la primera persona en peregrinar a Compostela tras recibir la noticia de la localización de la tumba del apóstol que evangelizó la península ibérica en el siglo I. ¿Hay seguridad de ello o se está más en el terreno de la leyenda?
Es la eterna cuestión que llevan debatiendo largo y tendido historiadores y clérigos. Para responderla, María Álvarez Fernández, profesora titular de Historia Medieval de la Universidad de Oviedo y subdirectora de la Cátedra Origen del Camino, financiada por el Ayuntamiento para velar por la verdad de todo lo relacionado con el pasado y presente peregrino de la capital del Principado de Asturias.
«El relato de Alfonso II como primer peregrino es uno legendario porque no hay constancia de crónicas del momento. Los primeros relatos escritos son del siglo XII, con las Crónicas asturianas de Alfonso III, es decir, unos 300 años después», aseguró la profesora en declaraciones a este diario. Aunque añadió: «Que no lo podamos certificar no significa que no haya ocurrido tal y como lo cuentan».
El caso es que entre el 820 y el 830 un ermitaño encuentra algo importante (la tumba del santo) que le comunica a Teodomiro, obispo de Iria Flavia (actualmente una aldea coruñesa), que manda emisarios al rey (Alfonso II) para su conocimiento. Todo hace indicar, aunque sin relato escrito directo, que el rey toma una decisión estratégica que es «potenciar la noticia de la aparición de la tumba del Apóstol en un momento de dificultades en su reinado», explicó la experta medievalista.
«No sabemos con precisión si Alfonso II fue a Santiago y ni siquiera si fue el primero en ir pero en ningún caso podemos decir que fuese a Santiago en peregrinaje, en todo caso fue a comprobar si lo que le contaban era cierto. Toda esta historia bebe de fuentes legendarias que compila Alfonso III, que le denominaba Alfonso 'El Magno'».
¿Cómo era Alfonso II el Casto? Era un rey inteligente, no en vano reina durante 50 años, lo que era difícil en unos tiempos tan convulsos como los que se vivían en el siglo IX. «Llega tarde al trono (30 o 31 años) y eso le hace llegar más preparado. Fue criado en Pravia por sus tíos Silo y Adosinda y estuvo refugiado en Vascongadas y en el Monasterio de Samos (Lugo). Tiene gran habilidad diplomática y una profunda religiosidad. Fue amigo o aliado de Carlomagno, que lo veía como el parapeto frente a los musulmanes», explicó María Álvarez Fernández. Un rey profundamente religioso en el que «el sobrenombre de 'Casto' es más un cliché historiográfico porque Alfonso III siempre se refirió a él como 'Magno', pero como murió sin descendencia quizá sea por eso el apodo», advirtió la profesora.
Alfonso II reinó del 791 al 842 y durante esa época hizo frente a graves problemas como la lucha, junto a Beato de Liébana, contra la herejía del adopcionismo (aquí la aparición de la tumba del apóstol le hace un gran favor para encauzar la fe en el Reino), los problemas con la nobleza -que no le quería como rey- y, por último, el Islam, que acechaba a las puertas.
Pero no solo vivió problemas, tuvo sentido de estado, en términos actuales, y «trasladó la capital a Oviedo, un estratégico cruce de caminos y quiso convertir a la ciudad en la Toledo visigoda». Así, construyó la Basílica del Salvador o la Cámara Santa donde llegó a reunir 90 reliquias de los santos lugares. Además construyó el primer panteón regio de la Cristiandad. Alfonso II fue un rey inteligente y con visión de futuro. Los relatos legendarios adornan la vida del primer peregrino, aunque perfectamente pueden ser ciertos.
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