«La gente se volcó con el zoo durante estos meses»

A Gael «le encanta Australia y hemos venido a ver a los wallabies», explica Cristina Sanz bajo el mallado que proteje a las aves de el núcleo zoológico de El Bosque. «Ya habíamos venido más veces y hoy parece que la atracción estelar son los pájaros», añade con una sonrisa bajo la mascarilla mientras el pequeño juega con un divertido loro.

Cristina y Gael son dos de los primeros visitantes de el zoo que ayer reabrió sus puertas tras dos meses «complicados». «El coronavirus nos pilló en el peor momento, justo cuando comenzamos la temporada alta: marzo, abril y mayo y cuando agotamos todas las reservas del invierno», explica Gonzalo Rubio, responsable de la instalación.

Las visitas perdidas por la clausura obligada por la crisis sanitaria no volverán pero Rubio afirma que la reapertura es «ilusionante y estresante al mismo tiempo» por la cantidad de llamadas recibidas.

«No pensábamos pedir ayuda pero aquí hay 300 animales con sus necesidades diarias y no estábamos ingresando con la venta de entradas. Hicimos el llamamiento y la respuesta nos desbordó, la gente se ha volcado», recuerda. «Sobre todo la gente de los comercios de barrio, comida, fruta... También el Corte Inglés», explica. A los días también las autoridades pusieron la antena y gestionaron bien entrega de material, como el Principado, que hizo llegar reservas de comida y medicamentos, bien con una inciativa municipal que ayudo a mantener el espíritu del zoo vivo en redes sociales.

«A la concejala Yolanda Vidal se le ocurrió la idea de montar visitas virtuales para cumplir el contrato que tenemos con ellos. Se portó como una campeona, vino una productora y en tres días de grabación estaba montado», explica.

El parking del zoo se va llenando de coches a medida que avanza la mañana y el goteo de familias se acelera. «La primera vez que vinimos Nora era pequeña y casi disfruté mas que ella, sabíamos que habrían hoy y nos hemos acercado», cuenta Pablo Montes. «Leímos en EL COMERCIO que abría y nos apeteció venir. A Marcela le gustan mucho los animales», relata Paula Peréz, quiere ser veterinaria. «¡Y tener una granja»!», contesta la pequeña.

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