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PILAR GUTIÉRREZ
Lunes, 5 de febrero 2024, 00:12
Curiosamente, la calle Pérez de la Sala debe su nombre a un depósito de aguas; el primero de Oviedo y que fue construido entre los años 1872 y 1876 gracias a un proyecto del entonces ingeniero Pedro Pérez de la Sala. Desde 1883 lleva esa nomenclatura y, hoy en día, se la conoce también por ser la vía del Auditorio Príncipe Felipe, icono de la capital asturiana.
Sin embargo, a pesar de estar ubicada en zona centro, resiente los mismos problemas que otras tantas calles de otros barrios ovetenses, con un cierre paulatino de locales hasta quedar en lo mínimo. Los negocios lo achacan, en el caso de Pérez de la Sala, a la semipeatonalización y a los grandes supermercados. Los que sobreviven lo hacen gracias al «cliente de toda la vida».
La ferretería La Sala, por ejemplo, lleva atendiendo a los vecinos de Pérez de la Sala desde 1977, cuando una pareja llegó de Belmonte de Miranda para emprender en Oviedo. Hoy son sus hijos, Delia y Víctor García, quienes regentan el negocio familiar. Con más de veinte años al otro lado del mostrador, son conscientes de que «ya no hay ferreterías como las de antes», poniendo como ejemplo su propia tienda, donde hizo falta la inclusión de menaje de cocina y de iluminación. Sin embargo, añade Delia, también es verdad que «es un barrio con clientela que es gente de toda la vida, que valora el trato cercano en tienda porque puedes aconsejarles». Cercanos al Auditorio y a los colegios, su acera acumula «mucho movimiento», por lo que no hay queja.
No es así, en cambio, para Marcos Menéndez, a cargo de la tienda Soat García -venta de electrodomésticos y reparación- desde 2011. Originalmente, el negocio lo puso su jefe en el 2000 y al marchar este tomó la decisión de emprender al «tener la experiencia y estar la cosa muy complicada para conseguir trabajo». El hecho de «conocer el mundillo» es lo que le ha hecho mantenerse durante estos años, aunque la amenaza de internet se lo complica. «¿A cuánta gente joven conoces que compra en tienda?», cuestiona. Su clientela, principalmente, es mayor, llegando a afirmar que «cuando entra una persona menor de cuarenta años» se sorprende. En su opinión, Pérez de la Sala «está muerta», señalando la peatonalización y la competencia con los grandes supermercados como las causas.
En la carnicería Montes la clientela también es mayor, pero viene ligada a dos fuentes diferentes. Abiertos desde abril del año pasado, Alberto y Ana Inés Fernández decidieron coger un negocio en traspaso, que llevaba «unos treinta años» abierto. «Yo trabajaba en una carnicería cercana que cerró, entonces la gente vino y preguntaba por mí; y los clientes que ya había siguen viniendo», comenta Alberto. Les va bien a día de hoy, pero siendo conscientes de que «en Pérez de la Sala la clientela es mayor porque la juventud compra en supermercado principalmente».
Por su parte, el kiosko Colibrí cambiará de manos pronto con el traspaso de Ana Bodega, quien cierra una etapa para poder estudiar. «Yo ya lo había cogido de traspaso en 2017, pero es un kiosko que lleva funcionando desde 1994», afirma. Así pues, tiene una clientela fija para prensa y 'chuches'; eso sí, no niega que «cada vez cierran más locales, pero es que el tema de autónomos está difícil. Por eso, razona, «lo importante es la atención personalizada con el cliente», algo que «supera a cualquier franquicia».
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