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El experimento de los cohetes espaciales, en el Auditorio.

Una fiesta de la ciencia para niños

El astrofísico Joaquín González-Nuevo y los 'Clowntifiks' enseñan a un millar de niños a fabricar cohetes y a comprender los agujeros negros

ALBERTO ARCE

OVIEDO.

Sábado, 15 de diciembre 2018, 02:57

¿Quién ha dicho que la formulación química, la astrofísica o la construcción de un cohete espacial es cosa de adultos? Ayer, más de 1.100 niños de doce colegios del municipio asistieron al evento 'Descubriendo el mundo de la Ciencia y la Tecnología' ... en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo para descubrir el Universo con el reputado astrofísico Joaquín González-Nuevo y para disfrutar de la actuación especial del dúo cómico 'Clowntifiks'. Eso sí, la teoría del Big Bang y la tercera Ley de Newton se adaptaron al lenguaje de los pequeños, el de la risa. Y es que, durante dos horas, los escolares, de cuarto, quinto y sexto de Primaria, se mantuvieron entre el asombro y la carcajada.

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La velada, organizada por CTIC Centro Tecnológico, se enmarcó dentro del proyecto Oviedo Emprende y su línea de promoción de las vocaciones científico-tecnológicas desde la infancia.

Todo comenzó de la mano de González-Nuevo, que desveló de forma divulgativa algunos de los secretos de la infinita bóveda celeste y el futuro de la astrofísica en materia de iniciativas novedosas como la de la minería espacial. «Los niños son el mejor público posible; se quedan absortos cuando les explicas qué es un agujero negro o la materia oscura», afirmó el asturiano, en declaraciones a este diario.

Pero la fiesta llegó más tarde, cuando el escenario de la sala principal del Auditorio se convirtió en un improvisado laboratorio científico. Allí, Orilo y Arlequino (Oriol Marimón y Helena González), los 'Clowntifiks', mostraron a golpe de chiste, bailes y risa floja, los entresijos de la quimioluminiscencia, la captación de gases o las fases de desarrollo de cohetes estelares en miniatura. Con etanol, una botella de plástico y un poco de calor, cualquiera puede fabricar una 'nave espacial', «siempre en un entorno protegido», explicó Orilo.

Las manos de los pequeños se alzaban todas al unísono cada vez que se solicitaba un voluntario para realizar los divertidos experimentos, y los gritos se cerraban en exclamaciones de asombro con los sorprendentes resultados. «¡La ciencia mola un montón!», exclamó Álvaro Díaz, del colegio La Ería.

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