«La Facultad de Medicina ha convertido a Oviedo en un referente de la sanidad»

Ha pasado ya medio año desde aquella decisión, y se ha desatado una pandemia por el medio, pero ayer, el Ayuntamiento pudo organizar un acto, repleto de medidas de seguridad, para entregar la medalla al decano de la facultad, Alfonso López Muñiz. Un acto emotivo celebrado en la sala de cámara del Auditorio.

Durante sus cincuenta años de andadura, más de diez mil médicos han salido de las aulas de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad de Oviedo; entre ellos nombres relevantes como la directora del departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), María Neira; o la exministra de Sanidad y actual diputada en el Congreso de los Diputados, María Luisa Carcedo. Aulas fundamentales, en todo caso, para entender la capital del Principado de Asturias en su totalidad.

El alcalde Alfredo Canteli subrayó que la facultad es «un activo de incalculable valor para la ciudad», y la transformó «en el eje de la sanidad asturiana y en un referente sanitario a nivel nacional e internacional», celebró. También es «un importantísimo motor económico», que ha convertido a la capital asturiana en «una de los más deseadas por el colectivo MIR» y elevado al máximo exponente «los niveles de calidad y profesionalización de nuestra atención primaria», entre otros hitos, elogió Canteli momentos antes de entregar la medalla.

Acompañado en la mesa presidencial por el rector de la Universidad, Santiago García Granda; el decano de la Facultad de Medicina, Alfonso López Muñiz; el consejero de Salud del Gobierno del Principado, Pablo Fernández; y el presidente del Colegio Oficial de Médicos de Asturias, Alejandro Braña, continuó el alcalde: «La gran mayoría de egresados dedican su esfuerzo, trabajo y talento para que el sistema público y privado de salud español siga siendo uno de los mejores del mundo».

Dicho esto, Canteli reivindicó «el apoyo innegociable que necesitan de las administraciones la investigación y la ciencia en estos tiempos difíciles que nos ha tocado vivir», ya que «invertir en esto es invertir en salud». En la parte que le toca, y ante este panorama «la Universidad tiene que liderar la transformación de la región», concluyó el regidor.

La emoción del momento se encargó de transmitirla el decano de la facultad. Alfonso López Muñiz admitió no poder «llevar a las palabras» el sentir de la ocasión tras recibir la Medalla de Oro. Casi entre lágrimas, aseguró que hoy «la pandemia ha puesto en valor la importancia de nuestros egresados, que han estado en la primera línea de batalla». De hecho, abundó, «si hoy desapareciesen, la región estaría perdida». «Estos héroes anónimos están despiertos 24 horas al día cuidando de todos nosotros». Por eso, concluyó, «no se entendería Oviedo sin la facultad de Medicina y Ciencias de la Salud, y esta sin la ciudad de Oviedo no existiría».

La de ayer fue la tercera Medalla de Oro para la Universidad, que recibió la suya propia en 2007. También la Escuela Superior de Ingenieros de Minas fue distinguida con el mismo honor dos años después. «Prueba irrefutable», aclaró el rector, «de que la ciudad de Oviedo no se entendería sin la Universidad». «Hemos modelado el paisaje urbano, hemos abierto Asturias al resto del mundo...», introdujo.

Por otra parte, García Granda enumeró los retos que se avecinan. «Es necesario generar vocaciones académicas entre los jóvenes y facilitar sus carreras investigadoras si queremos seguir manteniéndonos en esos niveles de excelencia». Eso, al tiempo que «iniciamos un curso plagado de incertidumbres», pero «estamos preparados para afrontar una nueva crisis o seguir luchando contra la expansión de contagios», animó antes de pedir un impulso agilizador a las instituciones para resolver las «trabas administrativas».

Con todo, la labor del médico está vinculada a los valores, la vocación y la profesionalidad. Y es que «no puede el médico curar bien sin tener presente al enfermo». La cita es de Séneca, pero en esta línea centró su intervención el presidente del Colegio Oficial de Médicos de Asturias, Alejandro Braña, al manifestar que en tiempos de «transición sanitaria», el profesional del siglo XXI «debe tratar enfermos y no solo enfermedades, ser comunicador y empatizar, competente y seguro, honrado y confiable: comprometido», sentenció.

En ese sentido, destacó que «la medicina no es una forma de burocracia ni un meta de aplicación de conocimientos». En tiempos donde centran el debate público cuestiones como la eutanasia, «nuestra facultad ha de ser un ejemplo no solo en la formación sobresaliente, sino también a la hora de inculcar un estilo de vida basado en la autoexigencia de un comportamiento de vida ético con los enfermos y el resto de médicos», aclaró.

El consejero Pablo Fernández, antiguo alumno y especialista en cirugía antes que representante público, fue el encargado de cerrar el acto. Ahora es «un consejero de Salud al frente de una situación inédita en la historia reciente», se describió. Por ello, quiso hacer una mención especial «a las enfermeras, protagonistas de la atención, por ejemplo, a nuestros mayores y en residencias». Y agradecer, de otra manera, «a toda la ciudadanía asturiana por lo bien que lo ha hecho y la responsabilidad que muestra día tras día». «Hoy», adelantó, «la situación es un tanto menos adversa que en otras partes de nuestro país, sigamos por esta senda, tomemos decisiones eficaces, porque la falta de decisión de algunas comunidades e instituciones repercuten en el resto». Un acto, en definitiva, emotivo. Una medalla decidida antes de la pandemia, y que hoy cobra aún más motivo