RAFAEL FRANCÉS
Domingo, 20 de noviembre 2022, 01:21
La lenta expansión del oso pardo por Asturias ha dado un paso más al entrar en el municipio de Oviedo, desde Santo Adriano hacia el valle del río Trubia. Lo avanza el director de la Fundación Oso Pardo, José Tuñón: «Los osos están saliendo poco ... a poco de su área natural de los últimos años como son los concejos de Quirós, Proaza o Santo Adriano para cruzar las crestas de las montañas y alcanzar nuevos valles para conseguir comida». De momento, no hay poblaciones asentadas. «Las zonas altas de Trubia y San Andrés ya cuentan con osos desde hace tiempo que se alimentan y merodean por la zona aunque aún sin ofrecer una población estable», añade.
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Esta lenta expansión osera tiene mucho que ver con el incremento del número en la especie gracias a la importante protección y también a la reducción de la actividad humana en la zona rural que despeja el camino para que los plantígrados campen más a sus anchas por nuevos territorios antes prohibidos para ellos.
Aparte de varios avistamientos lejanos, las pruebas de la presencia de los osos en el valle del Trubia o en el concejo de Grado hay que encontrarlas en diversos indicios. «La Guardería del Principado ha encontrado huellas de osos, vestigios y algún que otro ataque a colmenas, son muy golosos. Utilizan periódicamente estas zonas para alimentarse y también para refugiarse», explica José Tuñón.
El oso pardo es el animal terrestre en estado salvaje más grande de la fauna ibérica. Su esperanza de vida supera los veinte años. La población occidental mantiene un censo estimado que supera los 260 ejemplares y se extiende por un área aproximada de 2.800 kilómetros cuadrados, desde los Ancares (Castilla y León) hasta la zona central de la Cordillera Cantábrica.
Somiedo es, junto con el Parque Natural de Fuentes de Narcea, Degaña e Ibias, Proaza, Quirós y Santo Adriano, los sitios donde es más fácil ver osos. El pardo cantábrico es una de las subespecies de oso pardo más pequeña del mundo. Los machos pueden llegar a sobrepasar los 180 kilogramos, mientras que las hembras rondan los 100 o 140 kilogramos, si bien sufren enormes variaciones de peso a lo largo año. Renuevan su pelaje una vez al año, en verano, y su tonalidad varía entre el pardo amarillento y el marrón oscuro. El olfato, su sentido más desarrollado, es extremadamente agudo. Gracias a él pueden detectar a larga distancia muchas de sus fuentes de alimento, amenazas y hasta el estado sexual de otros ejemplares.
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Al igual que los humanos, el oso pardo es plantígrado; es decir, que al caminar apoya completamente la planta de sus pies. Está bien capacitado para escalar, subir a los árboles y erguirse sobre las patas traseras para acceder a determinados alimentos. Y ahora, desde no hace tanto, ya no es un imposible avisar uno en los valles de Trubia.
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