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La celebración del 175 aniversario de la Fundación de Escuela de Aprendices de Trubia juntó este sábado en Oviedo a más de 150 antiguos ... alumnos en la villa. Un ambiente de confraternización en el que participó activamente la empresa Santa Bárbara Sistemas, tanto en el acto realizado en el teatro de Trubia como en la visita posterior a las instalaciones de la factoría de armas. De hecho, el acto de recepción contó con la participación del director de la fábrica de armas, Raúl Marcos, que puso sobre la mesa la condición única de la factoría por dos circunstancias muy concretas: «Tiene 250 años y la propia creación de la Escuela de Aprendices. Estas dos condiciones hacen que la fábrica sea única y a día de hoy siga siendo un referente en el sector de la defensa en España». Y añadió: «He visto muchas empresas en mi vida y esas dos circunstancias muestran la excepcionalidad de la fábrica, además de que en la escuela no sólo se formaban técnicamente, también se formaba en valores y en sentido de pertenencia».
Estas palabras de Marcos fueron una bienvenida a los 150 aprendices que pasaron por Trubia, quienes acompañados por familiares escucharon atentamente al director y la explicación sobre la actividad actual que realizó el secretario general de la fábrica de Trubia, Sergio Menéndez.
Este último afirmó que la fábrica cuenta con 249.816 metros cuadrados de superficie, de los que 81.380 se encuentran bajo cubierta y «el objetivo actual es la construcción y ensamblaje de blindados y dotarlos de movilidad y seguridad». Apoyado en vídeos donde se mostraba la capacidad de los blindados para absorber y defender a los ocupantes de las explosiones, el directivo aseguró que «pretendemos que los vehículos eviten que las personas que van dentro corran ningún riesgos».
Puso sobre la mesa otra excepcionalidad, en este caso de Santa Bárbara Sistemas, porque «nosotros y una empresa alemana somos los únicos que podemos construir vehículos blindados de ruedas y cadenas».
El secretario general hizo un repaso de la producción trubieca actual de carros de combate. Así, habló primero sobre los carros con ruedas como el Piraña III, un 8x8 blindado; el Pandur, «que hemos fabricado para las fuerzas armadas de Portugal»; el Piraña V, que se utiliza como plataforma base del vehículo Dragón que Santa Bárbara construye para el Ministerio de Defensa, y el Eagle 4x4 y 6x6.
En cuanto a los vehículos de cadenas, Menéndez habló sobre los vehículos Ascod, de 35 toneladas, o los carros Leopardo, de 60 toneladas, y también de una vieja joya de la fábrica de Trubia, el Obús 155/52 «que vendemos al Ejército español y colombiano».
Tras la explicación, el presidente de la Asociación de Aprendices de Trubia, José Antonio Monjil, anunció un ciclo de conferencias a finales de mayo, la apertura de una exposición sobre la fábrica en la Delegación de Defensa en Oviedo «que instalaremos en Trubia por las fiestas», la entrega de los diplomas de miembros de honor en septiembre al Ayuntamiento de Oviedo y a la Delegación de Defensa, y «el 4 de octubre la comida de hermandad con un homenaje al General Elorza, creador de la fábrica de Trubia.
Tras los discursos llegó el momento de la visita a la fábrica en pequeños grupos. Entre los más de 150 personas, personas como Antonio García Fernández, aprendiz de 1969 a 1973: «Después seguí trabajando aquí hasta 2013».
Muy cerca, Amado García Tamargo, nacido en 1931 y que trabajó en la fábrica hasta 1957, «primero en proyectos y luego en carros de combate». «Nosotros construimos el primer carro de combate», recordó. Llegó rodeado de toda la familia.
José Ramón Álvarez, padre del concejal David Álvarez, de la promoción 1964-1968 y ahora militar, desentrañó «muy buenos recuerdos. Nos daban una enseñanza muy buena. En mi promoción nos hicimos militares diez de los treinta que éramos».
Casi al lado en el mismo grupo de visita a los talleres de la Fábrica de Armas, José Flórez, ingeniero de Minas, que fue aprendiz en Trubia de 1960 a 1964 y premio General Elorza al mejor estudiante de su promoción. «Guardo mucho cariño por la escuela», señaló.
Por último, José Antonio Álvarez Flórez, profesor jubilado e integrante de la 1964-1968. De ahí hasta 1975 «trabajé en el taller de artillería como fresador mientras estudiaba en la Universidad. Daban muchas facilidades en la fábrica para estudiar».
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