Gijón
Lunes, 26 de diciembre 2022
«Esa negra de mierda. ¿Por qué no llega para decirle cuatro cosas? No me lo puedo creer. Viene de su país de mierda, muerta de hambre, llega aquí y tiene suerte de encontrar un trabajo en un hotel tan bueno. Seguro que lo consiguió ... a base de acostarse con todos». La conversación acaba con una bofetada, y no precisamente en la cara de la persona que escupe tanta bilis. Lo hace en la de Livia (sin O de Olivia), que se define como «una africana de Ruanda. Negra, si lo prefieres, pero, por favor, no me llames nunca de color. Jamás».
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Las desdichas y dichas –hay más de las segundas que de las primeras– de la protagonista de la novela 'L de Livia +1' (Editorial Letra Minúscula. Tapa blanda, 12,99. Ebook, 2,99) son el hilo conductor con el que Olive Ka (Gisagara, 1985) resume las vivencias de las personas refugiadas en Asturias. Algo de lo que ella sabe mucho, ya que en 2007, con 22 años, llegó al Principado huyendo del genocidio en su Ruanda natal.
«Escribo para devolver un poco de lo que se me ha dado al acogerme», asegura Olive Ka, mujer que sigue profesando la misma fe inquebrantable con la que llegó a España. Siempre con la Biblia cerca, para cumplir la promesa que ella y su hermano –que la acompañó en la huida de su país– le hicieron a su madre, una maestra ruandesa que, tras el genocidio causado por la mayoría hutu, el que acabó con su marido y parte de su familia, supo que ni ella ni sus hijos tendrían futuro en una Ruanda que en 1994 mató al 75% de la población tutsi. Por eso, dejó a su hijo pequeño con una familia y envió a los dos mayores a Europa. «Nos dio una Biblia que tenemos siempre con nosotros» cuenta Olive.
A esa fe achaca haber salido viva de su país y también del periplo de mujer inmigrante. Su destino original era Bélgica, pero errores en la documentación les abrieron, a ella y a su hermano, la puerta a la deportación y a vivir durante un mes encerrados en un edificio aeroportuario.
Fue la organización tan altruista como especializada en inmigración Accem la que la rescató de esa situación. Le buscó casa en Asturias y la puso en la pista de salida para aprovechar su educación. «Hablo ruandés, francés, inglés y castellano. Estudiaba Empresariales en Ruanda cuando me fui. Aquí he hecho cursos de gestión hostelera».
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Quince años después de su accidentada llegada, su hermano está casado con una asturiana y tiene aquí su familia. Olive Ka ya tiene sus papeles de residencia y sigue estudiando. Y trabajando. «Por las mañanas en una casa; las noches de viernes y sábado soy recepcionista en la residencia de las religiosas de María Inmaculada, de Oviedo». Asegura que se siente «bien, acogida, atendida e integrada. Siento como que formo parte de algo muy importante y eso me hace feliz».
Y escribe. Mucho. El actual no es el primer libro de Olive Ka. Ya en 2016 publicó '¿Quien te hizo llorar, mi niña?', en el que decidió plasmar, de forma novelada, su experiencia como refugiada. «Me sirvió para dejar lo malo a un lado, para que quedase en el libro y no en mi corazón». Editado por Punto Rojo, pese a ser su primer libro y siendo tan desconocida, Olive reconoce que no le restó ilusión:«La verdad es que no le quedó mal sabor de boca como para quitarme las ganas de seguir escribiendo».
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En su primera obra, la protagonista, Lucía, se quedaba a las puertas de la residencia. En esta segunda, se aclaran todas las dudas que dejó el final abierto. Aclarado el destino de Lucía, ¿qué pasará con el de Livia? «Ya estoy rumiando un tercer libro», apunta sonriente Olive Ka.
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