«Esta época es para cambiar las cosas de nuestra vida que deben ser enderezadas»

Junto a él, el primer teniente de alcalde, Mario Arias; la concejala de Economía, Leticia González; el de Turismo, Alfredo García Quintana; el delegado de Servicios Básicos, Daniel Tarrio; la de Centros Sociales, Rosario Suárez; la de Políticas Sociales, María Velasco, y las concejalas de Vox Sonsoles Peralta y Alejandra González, entre otros.

Contrario a lo que marca el protocolo, la ceremonia no fue presidida por el arzobispo, Jesús Sanz Montes, ya que este se encontraba en la despedida por jubilación del obispo de Santander, José Manuel Sánchez. Así pues, fue el deán de la Catedral, don Benito Gallego, el encargado de dar voz a la misa por la patrona de la capital asturiana.

Además de dar las gracias a los presentes, resaltó la figura de Santa Eulalia, «una adolescente de 12 años que fue capaz de dar la vida por su fe y su amor a Jesucristo; nos encomendamos a ella para ayudar a nuestra sociedad cristiana y transmitirle la fuerza de evangelio». Como añadidura, Gallego destacó esta época de Adviento, previa a la Navidad, para «examinarnos a nosotros mismo y decidirnos a afrontar todo lo que estorbe, cambiar las cosas en nuestra vida que necesitan ser enderezadas».

En la misma línea y como un guiño a las entidades presentes, el deán aprovechó la ocasión para «felicitar al señor alcalde» por la decoración navideña que ilumina las calles, destacando que los mensajes dicten 'Feliz Navidad' y no 'Felices Fiestas'.

Como cada año, la arqueta de Santa Eulalia -una joya mozárabe de plata, del siglo XI- salió de su capilla, ubicada en la parte izquierda de la nave, soportada por cuatro mujeres. Este año, las escogidas para la procesión dentro de la Catedral hasta el altar mayor fueron Ana Méndez, de la cofradía La Borriquilla; Adela Fernández, de la cofradía Jesús Nazareno; Paloma Frechilla, de la archicofradía del Santo Entierro; y Marian Milans, de la Hermandad de Jesús Cautivo.

Santa Eulalia, como bien se repasó al inicio de la eucaristía, fue una mártir de Mérida, fallecida un 10 de diciembre a finales del siglo III. Sus restos, según reseñó Gallego, fueron trasladados a Asturias en el siglo VIII y, desde entonces, residen en la capilla especial reservada en un lateral de la Gran Basílica Metropolitana de San Salvador.

No fue hasta el año 1639 cuando fue declarada patrona de Oviedo y de la diócesis ovetense.