«Me duele en el alma ver el Naranco así»

Dos parejas de Pontevedra, Abraham Fernández y Ana Castro e Iván Madarnás y Miriam Vázquez, paseaban tranquilamente por la cima del monte, al lado del monolito de homenaje al mítico ciclista de Limanes, José Manuel Fuente 'El Tarangu': «Somos gallegos y de monte quemado sabemos bastante. Esto que vemos era lo que esperábamos porque ya lo habían dado las noticias. Llegamos ayer de noche y en la autovía olía a quemado aún. Da mucha tristeza».

Justo debajo de la estatua del Sagrado Corazón, que se libró de las llamas por los pelos, se encontraba ayer Francisco Subirana, un asturiano que reside en Cataluña desde hace 14 años. «He venido a visitar a mis padres y esta mañana he subido corriendo, ahora lo he hecho con mis hijos. Me duele en el alma ver todo esto quemado». Pese a todo Subirana veía un punto positivo: «Una vez asumido el desastre, me parece que es menos grave porque lo quemado es casi todo monte bajo y no bosque».

Junto a Subirana, dos asturianas, Carolina Ledesma e Isabel García, que aprovechaban el día de fiesta y el buen tiempo para subir al Naranco. «venimos de paseo y charla pero es deprimente ver todo esto. Uno se plantea la necesidad de tener muchos más servicios de emergencias porque no nos damos cuenta de lo necesarios que son hasta que pasa algo así».

Ya en la cima del Sagrado Corazón, el matrimonio formado por Eleazar e Irina Pico, junto a su hija Nicole, y los padres de ella, Natasha y Alexander Sabarova. Irina lo tiene claro: «Estoy entre el dolor y la indignación porque se ha quemado el pulmón y el corazón de Oviedo. Los pirómanos cometen barbaridades que han puesto a mucha gente en peligro». Y añadía: «Me gustó la rápida reacción del alcalde, su reacción fue muy buena y emotiva».

Sentados en un banco, la mierense Andrea Gutiérrez y el portugués Pedro Torres, charlan mientras observan el panorama desolador del monte quemado a sus pies. «Es una tristeza. La vista desde aquí es impresionante con todo el monte quemado».

Durante toda la mañana muchas personas visitaron la cima del Naranco, muchos más se quedaron donde los monumentos, pero los que llegaron a arriba miraban el panorama con ojos tristes y en silencio. Hectáreas de monte calcinado. Aún así, reverdecerá.