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Fue una tensa reunión en el centro social de Campomanes donde el equipo de arquitectos que ha diseñado la reforma del mercado El Fontán explicó ... los pormenores de las obras a los comerciantes; sin embargo, la división sigue latente. «Ahora mismo hay un 50% que entiende que los trabajos son necesarios y el otro 50% restante no está convencido». Así resumió la gerente Carmen Quirós el sentir cuando faltan tres semanas para que los vendedores decidan qué pasará con los trabajos para incorporar una segunda planta con tres restaurantes y un espacio polivalente pensado para realizar todo tipo de actividades culturales con la vocación de que este histórico edificio esté vivo durante todo el día. Su decisión será clave para este proyecto porque, según ha avanzado el segundo teniente de alcalde, Nacho Cuesta, si votan que no, las obras no se harán.
Se deja la piedra en su tejado, pero detrás hay más aristas para tener en cuenta. Una de ellas es que los tiempos son ajustados. En diciembre tienen que estar ejecutados el 60% de los trabajos para no perder los 2,4 millones de euros de los fondos Next Generation conseguidos para las obras, y en las próximas semanas se espera que el contrato salga a licitación con su correspondiente plazo de adjudicación.
Además, a nadie se le olvida que obras tan importantes como la reforma del Palacio de los Deportes llevan ya dos prórrogas de plazo, incrementándose la duración de la ejecución de los diez meses iniciales hasta los diecisiete. ¿Pasará lo mismo con esta rehabilitación?, se preguntan.
Este es uno de los temores de los inquilinos de los 45 puestos del histórico mercado. Las previsiones iniciales pasan por una duración de las obras de entre diez y catorce meses. Mientras duren, todos deberán abandonar las instalaciones.
La primera idea del gobierno era llevarlos a la plaza del Fontán, pero se descartó por la presión vecinal y porque Patrimonio no dio permiso. Se optó entonces por el parque del Campillín con la instalación de una carpa junto a la zona infantil; no obstante, los planes no acaban siendo del agrado de los perjudicados. «Nadie sabe si las obras supondrán una mejora, nadie tiene la garantía», resumió Quirós.
La falta de información es otra de las quejas que más abundó ayer entre los comerciantes durante la reunión. Argumentan que la obra lleva dos años cociéndose sin tenerlos en cuenta y no fue hasta hace quince días cuando les entregaron el proyecto, que consta de un millar de páginas y con una vocabulario técnico que algunos comerciantes no saben interpretar. «Entiendo de frutería, no de obras», sostuvo uno de ellos.
Sus preocupaciones también pasan por cómo será la vuelta al mercado. Algunos temen que las obras les quiten metros a sus puestos, otros añaden que es probable hacer nuevas inversiones cuando les falta muy poco tiempo para jubilarse o todavía no han pagado el crédito que adquirieron para iniciar su negocio y tienen miedo a no saber manejar las nuevas instalaciones. «Hay mucha indefinición», argumentaron a lo largo de una reunión donde insistieron en que en este tiempo no se les han consultado sus preferencias. «Para tocarnos los puestos hay que consultarnos porque somos los inquilinos, pero no se ha hablado con nadie mientras se puede echar a la gente al abismo».
«Nos están imponiendo un ático que no queremos», hicieron comparando las obras con sus casas. «Somos los inquilinos del mercado El Fontán y tenemos derecho a decir qué es bueno y qué nos es», esgrimieron antes de subrayar que «vivimos y comemos de lo que hay dentro. ¿Qué va a pasar con nosotros?».
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