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ROSALÍA AGUDÍN
Domingo, 21 de noviembre 2021, 20:01
La vida de José Manuel Rivera cambió el 10 de julio de 2020. Conductor de profesión, aparcó su camión en un pueblo de Burgos para comer y cuando estaba caminando por el arcén, le atropelló un vehículo agrícola, quedando inconsciente en el momento. Su siguiente ... recuerdo fue cinco días después en el hospital: «Estuve en coma inducido y el despertar para mí fue una pesadilla. Estaba postrado en una cama, lleno de dolores... Tengo placas y tornillos por todo el cuerpo». Relató hoy su historia durante la conmemoración del Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Accidentes de Tráfico, organizado por la Fundación Avata y cuya delegada provincial es Gema Rodríguez.
El acto estaba previsto en la plaza de la Escandalera, con medio centenar de motoristas. Tantos eran que la Policía Local decidió a última hora trasladarlos a la explanada del estadio de fútbol Carlos Tartiere. Finalmente allí, Rivera contó esta mañana su «gravísimo accidente», que le postró durante tres meses en una silla de ruedas. «El conductor seguramente iba despistado; es por ello que os animo a que seáis muy conscientes cuando conducís», recomendó.
Su historia no fue la única que conmocionó a los presentes. También la de Pau Montiel, que hace más de veinticinco años perdió una pierna por culpa de un accidente de tráfico provocado también por terceras personas. Nacido en Venezuela, estaba cenando en un puesto de comida rápida cuando dos coches chocaron. Uno perdió la rueda, quedándose la llanta al aire, y le acabó «cortando la pierna».
«Para mí fue como una película: estaba soñando porque veía que por un lado estaba yo y por otro la pierna», explica. El conductor iba ebrio y por culpa de este accidente «toqué fondo». «Tenía 23 años, una edad en la que iba a comerme el mundo y me cortaron un ala. Me quedé sin nada, perdí todo y toqué fondo», rememoró hoy.
Consumió «alcohol, drogas y caí en una depresión» de la que se consiguió recuperar cuando admitió lo que le había pasado. Pasó «catorce años buenos» en su país, en los que aprendió a volver a quererse a sí mismo. Allí emprendió y no dudó en manifestarse contra un gobierno que, denuncia, le acabó «quitando todo lo que tenía». Fue entonces cuando emigró a España con la promesa de no volver a probar el alcohol, pero no la pudo cumplir. «Me metí en Proyecto Hombre y ahora he vuelto a retomar el deporte». Participó en el triatlón de Gijón y prepara una 'ironman'. «Los accidentes dejan secuelas bárbaras, pero hay que tener actitud», resumió para dar aliento a otras víctimas, como ellos.
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