p Zara. Las colas se registraron al mediodía en esta tienda de la calle Pelayo. Durante las primeras horas de apertura, si bien durante las primeras de la mañana se pudo comprar sin problemas. Lss empleadas se encargan de contar a los clientes para cumplir con las restricciones que ayer entraron en vigor en Oviedo al limitarse al 20% el aforo de las superficies con más de 300 metros. FOTOS: PABLO LORENZANA

«Dependemos de clientes de toda la provincia; las restricciones nos matan»

El cierre perimetral de Oviedo y la reducción de aforo en los comercios de más de 300 metros convierte este periodo de rebajas en «el peor»

ROSALÍA AGUDÍN

OVIEDO.

Viernes, 22 de enero 2021, 00:43

Los comercios con más de 300 metros cuadrados de superficie abrieron ayer sus puertas con restricciones de aforo: al 20% de su capacidad máxima. Esta medida junto con la reducción de clientes derivada del cierre perimetral de Oviedo hacen que este periodo de rebajas sea « ... mucho peor» que el de otros años, explicó ayer Jorge Álvarez, encargado de la tienda Brios, situada en la calle Uría.

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La situación es tal que ayer no llenaban el aforo permitido en la tienda. Tienen clientes de «Gijón, Avilés, las Cuencas o el Occidente» que durante las próximas dos semanas no pueden venir a Oviedo a comprar. Solo se puede entrar por una causa justificada como una cita médica, ir al trabajo o a la Universidad. «Las tiendas de más de 700 metros cuadrados -como esta- dependemos de los clientes de toda la provincia; esta medida nos mata», agregó.

En Kopa, en la calle Palacio Valdés, ocurría ayer algo similar: «Tenemos un aforo de 48 personas en una tienda de 800 metros cuadrados y no llenamos. Con el cierre perimetral hay mucha menos gente», coincidió David Naves, desde la planta de caballero ubicada en la parte baja del establecimiento.

En el escaparate cuelga un cartel en el que se informa de las nuevas restricciones y ya en el interior son los empleados los que se encargan de contar el número de clientes: «Alguno ya vino estos días ante el anuncio de las nuevas medidas restrictivas, pero, en general, hay mal ambiente porque nos preguntan si vamos a cerrar». «La gente no acaba de asimilar todas las medidas porque van cambiando», subrayó.

Mientras, en la librera Cervantes, con 800 metros cuadrados de superficie, viven una «época tranquila». Pasar más tiempo en casa lleva a la lectura. «Se están comprando más libros» ante el temor de otro confinamiento, según explicó su gerente, Alfredo Quirós.

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Las colas solo se registraron al mediodía en el Zara, de la calle Pelayo, en el centro de la ciudad. Las empleadas cerraron las puertas para evitar que entrasen los clientes sin control y en el interior ellas mismas «hacían el conteo». «Yo vine muy pronto y no me encontré con mucha gente. Están muy pendientes de que te eches gel en las manos y del aforo», explicó Sara Fumanal.

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