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El pasado 18 de marzo, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se reunió en Moncloa con una amplia representación de las principales empresas de ... la industria española de defensa. Allí, acompañado de la ministra del ramo, Margarita Robles, el líder del Ejecutivo reiteró el apoyo a Ucrania y llamó a los presentes a ser agentes clave en la Estrategia Industrial Europea de Defensa. Les anticipó la elaboración de un acuerdo de seguridad para el país en guerra –se materializó dos meses después con la firma del propio Sánchez y Volodímir Zelenski en Madrid y la promesa a Kiev de mil millones de euros en ayuda militar– y les instó a lanzar sus propuestas al Gobierno, ya que ese paquete a dotar con grandes cantidades de armamento y materiales sería en la máxima medida de fabricación española. Santa Bárbara Sistemas, tal y como ha podido averiguar EL COMERCIO en exclusiva, hizo lo propio y ofreció poco después a Defensa suministrar en el plazo de un año hasta medio centenar –entre treinta y cincuenta– de vehículos blindados de cadenas del modelo Ascod hechos en Trubia a las tropas ucranianas. Sorprendentemente, el Gobierno aún no ha respondido.
El tiempo apremia. Si España quiere enviar blindados de fabricación nacional a Ucrania antes de que se produzca la ofensiva prevista para la próxima primavera, debe contar sí o sí con la marca española de General Dynamics, pues no existe otra empresa en el territorio nacional capaz de realizar una tarea similar.
Máxime, teniendo en cuenta los acopios con los que cuenta la compañía y los conocimientos adquiridos durante los últimos años gracias a programas ya realizados como el del Pizarro para las tropas españolas y otros en marcha como el Ajax para el Ejército británico, que se encuentra próximo a su finalización. Esto, amén del Castor, el VCR 8x8 Dragón y el futuro blindado VAC, sobre los que se erige la modernización terrestre de nuestras Fuerzas Armadas.
La fabricación de este tipo de vehículos se realiza en las instalaciones de la fábrica de armas de Trubia, donde tiene lugar el ciclo de producción integral de blindados, desde el corte de la primera chapa hasta que salen rodando de la factoría, pasando por la integración de todos los sistemas de armamento.
Durante su reunión con los representantes de la industria de defensa, Sánchez, tal y como advierten las mismas fuentes, trasladó su deseo de que la materialización de la ayuda militar a Ucrania tuviese lugar «de la forma más rápida posible». Otras empresas, en ese sentido, ya han presentado sus propuestas. Es el caso de Arquimea, que ha ofrecido su sistema merodeador de drones kamikaze Q-SLAM-40 para hacer frente a la invasión rusa.
Aunque los Ascod de Santa Bárbara son palabras mayores, la multinacional con sede en Asturias ha ofrecido a Defensa tener listo ese medio centenar de unidades en el plazo de un año. Se trata de un muy corto espacio de tiempo. ¿Cómo? Centrándose en fabricar un vehículo que ya ha sido desarrollado; es decir, sin dedicar tiempo y esfuerzos a diseñar uno nuevo, lo que alargaría mucho los plazos. La compañía tiene plenamente operativa la línea de blindados de cadenas de la planta de la villa cañonera y sólo tendría que producir hasta medio centenar más de unidades de alguno de los modelos que ya se encuentra fabricando.
Los programas de defensa son muy complejos y suele demorarse hasta varios años su puesta en marcha tras la firma del contrato, pero en la propuesta de SBS al Gobierno, que Defensa todavía no ha contestado a pesar de que se trata de una petición del presidente a la propia industria, se incluye ese compromiso de agilidad. Por ahora, ni desde el ministerio ni desde Santa Bárbara quisieron hacer declaraciones.
España no sería el primer país de la esfera europea en hacer algo así. Los Países Bajos se unieron recientemente a la iniciativa de Dinamarca y Suecia de comprar vehículos de combate de infantería CV90 para Ucrania. Hay que tener en cuenta, además, que en lo que toca a blindados o carros de combate los países aliados habían estado suministrando a Kiev unidades con más o menos años de servicio –como los Leopard enviados por España y de cuya puesta a punto también se encargó Santa Bárbara en Sevilla–, pero la mayoría ya a disposición de sus respectivos ejércitos y no incluyendo directamente a sus industrias armamentísticas en la fabricación. Esto ya ha cambiado.
Otros países como Estados Unidos priorizarán el envío de misiles antiaéreos para enfrentar la campaña de bombardeos rusos masivos contra sus centrales energéticas y frenar los cortes de electricidad. Ese es el día a día en Ucrania, marcado por el sonido de misiles y el movimiento constante de tropas, que ya suma dos años y cuatro meses de invasión de la Rusia de Vladímir Putin. Una guerra que mantiene a Europa en vilo y rearmándose.
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