JUAN CARLOS ABAD
OVIEDO.
Domingo, 23 de febrero 2020, 01:58
Cuatro decanos de las facultades concernidas en el eventual traslado de la Universidad de Oviedo a El Cristo muestran sus inquietudes y anhelos acerca del futuro de sus centros de aquí a una década vista. Un atisbo de resistencia, dos quizás, ante la posible pérdida ... identidad de sus titulaciones si todo termina en un campus anónimo bajo una denominación genérica de 'Facultad de Ciencias Sociales' o 'Ingeniería', y sus repercusiones en la captación de alumnos y recursos para investigación.
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«Si tiene que haber tres puertas, una para Informática, otra para Química y otra para Minas, que son las tres ingenieras que tenemos aquí, que las haya». Así habla Francisco Blanco, director de la Escuela de Minas y Energía de Materiales y uno de los docentes más beligerantes en este sentido que, sin oponerse al traslado, teme que la pérdida del buen nombre ganado por la escuela desde su fundación en 1959.
«A todos los rectores les he mostrado mi disconformidad con que se cree una facultad politécnica en Oviedo. Ir a El Cristo, bien. Compartir recursos, biblioteca, cafetería, aulas, perfecto; pero cada uno con sus señas de identidad», recalca.
Una posición que tendrán que defender las facultades frente a lo que, parece, se define como un campus integrado en dos aularios y sendos edificios de administración para Ciencias y Ciencias Sociales. Blanco pone como ejemplo la Universidad de Vigo, obviando su ubicación alejada del casco urbano. «Vigo tiene un campus que podría haber sido una Politécnica pero no, son tres centros, el de Telecomunicaciones, Minas e Industriales, en tres edificios diferentes. Comparten cosas pero cada uno en su edificio», expone.
La misma posición asume el decano de la Facultad de Educación, Celestino Rodríguez: «No podemos perder la identidad», recalca. «Nosotros tenemos un número de alumnos elevado, 2.500, y problemas de espacio, dos edificios antiguos, separados, con sus carencias», afirma el decano que, de igual modo, ve con buenos ojos el eventual traslado de las facultades del centro de la ciudad al campus de El Cristo, pero siempre manteniendo las señas de cada centro.
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«Lo que pedimos es que cuando suceda, se nos consulte, ese sería nuestro deseo», incide acerca del encaje de la Universidad en el proceso de reordenación del ámbito del viejo Hospital Universitario Central de Asturias, ya en marcha, y que contempla, de las 23 hectáreas en discusión, reservar 70.000 metros para dotaciones universitarias, centros de formación profesional, una biblioteca integrada con acceso al público general y una reordenación en torno a un gran parque que mejore la accesibilidad de un espacio complicado por la orografía.
Las razones esgrimidas esta semana por el rector, Santiago García Granda para el traslado: falta de espacio, infraestructuras vetustas o racionalización de espacios encuentran reflejo directo en el campus de Los Catalanes. Benjamín López, director de la escuela de Informática, es taxativo: «Tenemos el ratio más pequeño de metros cuadrados por alumno de la Universidad», afirma acerca de la falta de espacio para los 750 alumnos de su escuela.
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A favor del traslado y a título personal, López ve con buenos ojos una concentración de recursos en El Cristo que mejore la gestión y racionalice los recursos. «Bienvenido sea, tenemos una facultad masificada, igual que Educación y las facultades están dispersas por Oviedo», abunda.
«Lo que percibimos desde el Decanato de la Facultad de Geología es que, en general, los que trabajamos en nuestra sede actual, en el campus de Llamaquique, estamos muy cómodos y podemos desarrollar nuestra actividad docente e investigadora con un alto grado de satisfacción», explica Juan Bahamonde, decano de Geología, acerca de un complejo diseñado por Castelao, pensado ex profeso, para albergar la titulación hace más de 60 años.
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Sin embargo, Bahamonde afirma que como decano «pienso que el plan de reestructuración del campus de Llamaquique excede el ámbito de actuación, decisión y casi de opinión, de la dirección de un centro universitario». «Es de tal envergadura e importancia que deben ser los gobiernos autonómico, local y universitario los que tomen la palabra». «Aunque no nos gustaría cambiar de sede, veo en cualquier cambio una oportunidad de mejora. En este caso también», recalca.
El alcalde, Alfredo Canteli, se mostró esta semana partidario del traslado de la Universidad colocando al Ayuntamiento como facilitador, en la medida de sus posibilidades, de la operación. Negó una eventual recalificación de los edificios que libere la institución académica en el centro de la ciudad.
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La otra administración que se ha mostrado partidaria a la reordenación, la de Justicia, aguarda. Su anhelo, de largo, es el de agrupar todas las sedes judiciales que están dispersas por la ciudad en una única dotación. Llamaquique sería la opción una vez que el Palacio de Justicia se encuentra a escasos metros de las facultades que liberaría la Universidad y que, a priori, no necesitaría un cambio de uso.
Tras una reunión en el Ayuntamiento, la consejera de Presidencia, Rita Camblor, sin embargo, enfrió hace unos días los tiempos e incluso el entendimiento entre el rector Santiago García Granda y el presidente del TSJA, Jesús Chamorro. «Prioritario no hay nada», afirmó acerca de la ubicación de los juzgados. La consejera avanzó la creación de una mesa de trabajo en la que se encuentren todas las partes implicadas para lograr aunar sensibilidades. Su intención es tener un proyecto esta legislatura para afrontarlo en la próxima.
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