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ROSALÍA AGUDÍN
Domingo, 26 de junio 2022, 03:01
Cuenta David Colado que empezó tarde en el mundo de la música. Tenía trece años cuando comenzó en la banda de Corvera y como era el más alto le asignaron el trombón. De esta forma inició una carrera que le ha convertido en el director ... titular de la Banda de Música Ciudad de Oviedo desde hace un lustro y este año será especial para todos ellos: el 19 de septiembre cumplirán su trigésimo aniversario y tienen el encargo de inaugurar el kiosco de la música del paseo del Bombé una vez que acaben las esperadas obras.
Colado es el tercero de cuatro hermanos. Hijo de Fernando y Patrocinio, nació en Avilés en 1976 en el seno de una familia que se dedicó hasta hace un año al mundo de la pastelería y panadería. Con su empresa Las Vegas, han endulzado millones de paladares y el director de la banda ayudó siempre en las épocas de mayor trabajo como la Semana Santa y Navidad, aunque él siempre tuvo claro que el obrador no era lo suyo.
Fue al colegio de Los Campos y al instituto de La Luz. Recuerda que aquella era «la época de la heroína» y solo había dos opciones. «O caías en las drogas o salías adelante».
A él le ayudaron mucho sus viajes a Oviedo. Cada día venía a la capital para estudiar en el Conservatorio y le bastaron tres años para aprobar la oposición para la Banda de Música Ciudad de Oviedo. «Soy miembro fundador y la primera actuación que hicimos fue en el Día de América en Asturias; el domingo siguiente tocamos en el kiosco de la música del Bombé».
Se siguió formando para ser director. Estudió el postgrado y en 2017 fue nombrado director titular de la Banda de Música Ciudad de Oviedo. Cada año, según sus cálculos, dan cincuenta conciertos que se dividen en dos etapas: cuando el tiempo no acompaña tocan en el Auditorio Príncipe Felipe y el resto del año, en la calle. Próximamente retomarán los bailes en el Campo San Francisco, una tradición que llevaban dos años sin cumplir por culpa de la situación sanitaria aunque fueron adaptando el formato. Se instalaron sillas para que los ovetenses pudiesen disfrutar de una de las actividades típicas del verano.
Una dirección que compagina con más tareas a lo largo de la geografía asturiana. «Hubo una etapa, fueron tres años, donde compaginé las bandas de Oviedo, Gijón y Luarca. Dábamos 150 conciertos al año; era una salvajada», según recuerda, pero de este ciclo guarda dos recuerdos muy importantes. Con la agrupación gijonesa ganaron un concurso en Polonia que «propició que nos diesen la medalla de oro de la ciudad». «En aquella ocasión los astros se alinearon. Concedieron una de las de plata a la Asociación de Veteranos del Real Sporting de Gijón y ha sido una de las pocas veces que la música ha ganado al fútbol».
En su tiempo libre disfruta de su familia. Junto a su mujer Patricia, toca el bombardino en la Banda de Música Ciudad de Oviedo, ha tenido dos hijos: Rodrigo, de quince y Alicia, de trece años, y los cuatro han recorrido ya medio mundo. «Nuestra máxima afición es viajar». Al mismo tiempo, es un apasionado confeso del mundo de los deportes.
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