«Creemos que podemos robar horas al sueño y que no pasa nada, y sí pasa»
Juan José Zarranz | Neurólogo ·
Catedrático y experto en parkinson y alzhéimer, dará mañana una charla en la sala Circus sobre los trastornos del sueño en el arteSecciones
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Juan José Zarranz | Neurólogo ·
Catedrático y experto en parkinson y alzhéimer, dará mañana una charla en la sala Circus sobre los trastornos del sueño en el arteLAURA FONSECA
GIJÓN.
Lunes, 11 de marzo 2019, 03:55
Los personajes atormentados de Dickens, la alucinación de Don Quijote o la genialidad de Pérez Galdós capaz de plasmar la narcolepsia en sus novelas mucho antes de que lo hiciera la ciencia. De estas y otras muchas cosas más disertará este martes, día 12, en ... la sala Circus (calle Marqués de Santa Cruz, 14), en Oviedo, a partir de las ocho de la tarde, el neurólogo Juan José Zarranz (Pamplona 1944). Bajo el sugerente título 'Los trastornos del sueño en el arte', Zarranz (el primer catedrático de Neurología de España hace ahora 35 años) desvelará decenas de casos patológicos que se esconden en conocidas novelas y pinturas. Además de su pasión por el arte, Zarranz dirigió hasta hace dos años, cuando se jubiló en la medicina pública, el servicio de Neurología del Hospital de Cruces, en Bilbao, y presidió la Sociedad Española de Neurología. Experto en parkinson, el conocido 'mal de las vacas locas' y en alzhéimer, ahora trabaja en el Instituto de Investigación de Biocruces.
-Su charla se titula 'Los trastornos del sueño en el arte'. No es por hacer un spoiler, pero ¿nos podría dar un pequeño avance?
-(Risas). Claro, encantado. No es ningún secreto de que muchos de los trastornos que diagnosticamos los neurólogos en consulta, como puede ser el sonambulismo, aparecen reflejados en la literatura, la pintura, la escultura... Escritores como Dickens, Cervantes o Pérez Galdós han tenido una gran habilidad de observación y han plasmado muy bien en sus relatos muchos trastornos del sueño.
-¿Como por ejemplo?
-La narcolepsia no se identificó en la literatura médica hasta finales del siglo XIX y, sin embargo, ya la había descrito excelentemente Pérez Galdós en alguno de sus personajes. Otro caso lo tenemos en la parasomnia de Don Quijote cuando acuchilla a los pellejos de vino, que es una descripción maravillosa de lo que ahora llamamos el trastorno de conducta del sueño REM.
-Y los molinos de viento que Don Quijote confundía con gigantes, ¿también eran síntoma de un trastorno?
-Es un trastorno pero no del sueño sino del estado alucinatorio que vivía Don Quijote producto, a su vez, de la privación de sueño. Don Quijote pasaba noches y noches leyendo libros de caballería, y entró en un estado de delirio que le arrastró en su aventura como hidalgo caballero. Es muy parecido a lo que nos ocurre ahora.
-¿Deliramos con Don Quijote?
-No, pero sí que sufrimos una importante privación del sueño y los libros de caballería en lo que se entretenía Don Quijote ahora son las redes sociales, la tele basura y otras tonterías en las que perdemos horas y horas. Dormimos poco y mal y eso es muy malo para la salud.
-¿Por qué cree que dormimos poco y mal?
-Hemos adquirido muy malos hábitos y no cuidamos el sueño como otras facetas de nuestras vidas. Nos hemos acostumbrado a madrugar para acudir al trabajo o a clase, pero sin embargo, nos vamos a la cama muy tarde y dormimos apenas cinco horas. Otros países lo han resuelto mucho mejor, y mientras aquí a las siete de la tarde quedamos a tomar unas cañas con amigos o vamos al gimnasio, en Inglaterra están cenando y pensando en irse a dormir.
-Muchos a las siete de la tarde todavía están trabajando.
-Por eso le digo que no hemos sabido resolver el tema de los horarios en ninguna de las facetas, ni en la laboral ni de ocio. Aquí las principales series y programas de televisión arrancan a las diez de la noche, que es cuando deberíamos irnos a la cama.
-¿Cuántas horas habría que dormir para estar bien?
-Eso depende de cada uno y de sus necesidades de sueño, pero lo recomendable es entre ocho y nueve horas diarias.
-Aquí en España le dices a alguien que duermes nueve horas al día y te llaman vago.
-Si, claro, porque vivimos en una sociedad que maltrata al sueño. Creemos que podemos robarle horas y que no pasa nada, y sí pasa.
-¿Y qué es lo que pasa?
-Si duermes poco y mal es como si comieras mal y no hicieras ejercicio. Además de problemas de salud como obesidad e hipertensión arterial, vas a rendir poco en el trabajo, en el colegio, la universidad. Siempre me llamó la atención que en España cuidemos tanto el sueño de los niños y, sin embargo, desbarrancamos al llegar a la adolescencia y la vida adulta.
-¿Y la siesta, de la que tanta gala hace España, no compensa esa falta de sueño nocturna?
-La siesta está muy bien y es reparadora, pero no equilibra la falta de sueño de la noche.
-O sea, que en España aprobamos con sobresaliente en siesta y palmamos en sueño nocturno.
-(Risas). Sí, pero ojo, la siesta de la que yo hablo es la corta, de quince o veinte minutos como mucho.
-Dice que lo ideal para la salud sería dormir entre ocho y nueve horas diarias, pero en este país parece imposible llevar a cabo esa recomendación con los horarios de vida que llevamos.
-Claro, claro. En España la jornada laboral debería finalizar a las cuatro o cinco, que es cuando salen los niños de clase, pero en un país tan turístico, con el clima que tenemos en la banda mediterránea, a ver quién le dice a los hosteleros y comerciantes que a las siete u ocho de la tarde se tiene que ir a dormir.
-Volvamos a los trastornos del sueño en el arte. Antes habló de algún ejemplo en la literatura, ¿en la pintura también se dan?
-Si, hay muchos cuadros sobre sueños, hay uno maravilloso de Vang Gogh, que es la siesta de un par de labradores, agotados al sol, debajo de una pila de paja. Hay otro de la siesta de Sorolla, con vestidos blancos vaporosos. En la charla del martes expondré varios de ellos.
-Hablando de sueños, ¿con qué cree que soñaba Picasso?
-(Risas). ¡Qué pregunta! No tengo ni idea, pero seguro que soñaba con el éxito, las mujeres, que le gustaban muchísimo, y con el dinero. Vamos, nada original, aunque luego pintaba de manera magistral.
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