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Rafael Francés
Oviedo
Domingo, 24 de marzo 2024, 01:00
Las cosas no han sido nunca fáciles, ni nadie le ha dado nada hecho. Con su pizca de suerte, siempre imprescindible en la vida, ha sido carpintero, camarero y demás oficios desde que a los 19 años salió de casa de sus padres por desavenencias ... con su padre a costa del servicio militar y la prestación social. «Me fui de casa antes de que me echara mi padre».
Enrique Patricio García (Oviedo, 1971) es promotor musical con su empresa 'EP Management', profesión en la que lleva 27 años y en la que empezó «por mi amigo Beznar Arias, guitarrista de Wendigo, que me nombró mánager de su grupo. Era 1992 y la verdad es que sólo les conseguí un concierto, así que no fue un buen comienzo». A partir de ahí las cosas mejoraron y ahora lleva cinco músicos y grupos como Alberto & García, Pauline en la Playa, Petit pop, los jienenses Mejillones tigre o el tributo a Dire Straits que lleva por nombre Real Straits. «Empecé en serio con Babylon Chat y seguí con gente como Pablo Moro, Burning, Jaime Urrutia, Doctor Explosion o Paula Rojo».
Enrique Patricio es un ser tranquilo con mirada tímida, sonrisa aún más tímida, manos grandes y una cuidada barba. Un tipo que hasta la mayoría de edad siempre tuvo una salud delicada, de estómago frágil. «A los 10 años estuve ingresado para operarme de un cáncer de páncreas, pero al final no era un tumor, eran problemas de estómago».
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Hombre de pasiones. La radio, en Radio Cucaracha inició su periplo que continuó con Onda Verde y Antena 3, donde hacía informativos juveniles y programas de música. Es payaso solidario y dedica horas del fin de semana y las vacaciones a alegrarle la estancia en el HUCA a niños enfermos. «Es duro, pero bonito». En esos momentos deja de ser Enrique para transformarse en Tropezones, un payaso de grandes zapatos que «son una réplica exacta de los zapatos de Fofó. Un zapatero de Elda me los hizo y ahora tengo dos pares, negros y marrones».
Algo parecido hace con los sobrinos, pues como ni está casado ni tiene hijos se centra en ellos, a los que adora y a los mismos que les prepara un yincana «muy currada» en su propia casa para entregarles los regalos el Día de Reyes. De hecho, uno de sus sobrinos, ya ronda los 20 años, siempre «me dice que ya no recuerda unos Reyes normales en mi casa».
No debió ser por los zapatos de Fofó o más bien al contrario, pero Enrique Patricio tiene dos hobbies «o frikadas, como yo las llamo»: los zapatos, «tengo más de 30 pares ahora, aunque he llegado a tener 50», y el ciclismo. «Las paredes y el techo de mi salón son testigos porque allí tengo montado un pelotón de pequeños ciclistas de plástico que escalan la pared y cruzan el techo».
Detrás de este promotor musical, fan acérrimo de Cat Stevens, se esconde un personaje que toda la vida se ha ganado el sustento, que adora a los niños, ya sean sus sobrinos o los chicos ingresados en el HUCA «o en Guinea-Bisáu, Chile o Colombia», donde ha actuado con la maleta siempre llena con los zapatones del añorado Fofó y el arte de otro monstruo del universo 'clown', Charlie Rivel.
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