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ROSALÍA AGUDÍN
OVIEDO.
Viernes, 1 de abril 2022, 01:40
Las instalaciones de la antigua fábrica de loza y la de tubos de San Claudio suman seis hectáreas. Una superficie equivalente a más de cinco ... campos de fútbol llena de ruinas, con maleza y basura; convertida en muchos de sus rincones en un vertedero ilegal. Los vecinos de la localidad, tras la frecuente presencia de ladrones, okupas, grafiteros... y también de los Bomberos, que acuden a extinguir los sucesivos fuegos, están hartos de la degradación de la zona y piden soluciones: «Entre ambas parcelas suman 60.000 metros cuadrados a los que hay que dar utilidad; estamos hartos de que en San Claudio pasen cosas como el incendio de esta semana, que creemos que se hizo para quemar la goma de las ruedas y vender los restos a la chatarra, y aquí nadie hace nada para solucionar esta situación», denunció ayer el presidente de la asociación vecinal, Luis Miguel Fernández.
El colectivo organizó una concentración con el objetivo de «forzar y presionar para dar una solución» a las abandonadas factorías. Entre sus variadas propuestas, la reconversión de esta gran zona para distintos fines, como «rodar películas». Aunque también «se podría aprovechar para hacer el recinto ferial -se está construyendo en La Florida- o para la ciudad deportiva del Real Oviedo», enumeraron. Martien Hellinga, otra de las asistentes a la protesta, recordó las transformaciones de suelos industriales que se han hecho en Europa, por ejemplo en Berlín, para convertirlos en usos culturales.
Hace solo cuatro días sonaron con fuerza por última vez las sirenas del SEIS en San Claudio, cuando se produjo un nuevo incendio en la antigua locería -que todo apunta que fue intencionado-; en una zona convertida en un vertedero ilegal lleno de ruedas. Ayer, tres días después del fuego, aún desprendía calor.
Hace ya trece años que cerró la fábrica de loza y su deterioro es constante; una ruina con maleza por todas las esquinas, ruedas, tóneres, plásticos de todo tipo como sillas, y latas de refrescos. Y los restos de miles de piezas destrozadas de la antigua producción de vajillas. Los propios edificios donde se hacía la producción sufren numerosos daños, en algunos casos por la caída del tejado. Muchos parecen irrecuperables.
A su vera se encuentra la antigua factoría de tubos, clausurada desde hace un lustro y que anteriormente fue un taller de fundición de hierro bajo el nombre Fuente Trubia. El estado de la finca está mucho mejor que la aledaña, sin restos de basura, aunque el suelo de la nave principal presenta una gran cantidad de agujeros llenos de agua de bastante profundidad. La situación en ambos casos es un peligro, advierten los vecinos: «Los portones de ambas fábricas están abiertos, por lo que entra cualquiera hasta aquí».
El Ayuntamiento, en cualquier caso, ya ha tomado cartas en el asunto. En el caso de la locería, ha ordenado a los administradores concursales del complejo realizar una limpieza de los terrenos para terminar con la «insalubridad». Para ello ha abierto un expediente que insta a sus propietarios a acometer urgentemente dichas labores. «Tienen hasta abril o entraremos nosotros», advirtió el concejal de Servicios Básicos, Gerardo Antuña. En caso de incumplimiento, los servicios municipales realizarán la recogida subsidiariamente y posteriormente reclamarán el abono de los gastos derivados, que serán cuantiosos porque, en otras cuestiones, incluyen la retirada de amianto.
Desde luego que nada tiene que ver el aspecto de la zona con lo que fue en sus épocas doradas, de plena actividad. «En la fábrica de loza se tiene mucho que hacer porque hay mucho, pero recordemos que aquí hubo setecientas personas trabajando», cifró Fernández.
Rosario Lorences, una de esas empleadas, ayer asistió a la manifestación porque «no hay calificativos para describir cómo se encuentra la fábrica», a la que entró en 1966, cuando «cobrábamos semanalmente». Trabajo hasta 1971 en la zona de embalaje. De aquella la plantilla rondaba entre las «490 y 499 personas; si éramos 500 había que pagar muchos más impuestos. Aquí no solo estaba gente de San Claudio, también de Trubia, Las Caldas, El Escamplero... y en los hornos había tres turnos de trabajo».
La situación ha cambiado mucho desde entonces. «Habiendo vivido esta época gloriosa siento mucha pena cuando ves que la fábrica se ha convertido en una ruina». Unas palabras que secundó Ángeles Álvarez, que exigió que «se limpien cuanto antes estos terrenos». Asimismo, Víctor Fernández afirmó que se necesita que «se conviertan en un polígono para dar vida al pueblo», aunque reconoció que desmontar todo ya supone un gasto muy elevado.
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