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«Christian Sandulache era el jefe. Todos acataban sus órdenes»

«Christian Sandulache era el jefe. Todos acataban sus órdenes»

Una de las víctimas de la presunta red de trata de seres humanos, que estos días se juzga en la Audiencia Provincial, describe el perfecto organigrama que conformaba la organización criminal

Miércoles, 10 de octubre 2018, 14:03

Dos asuntos fueron los protagonistas de la tercera sesión del juicio contra la presunta red criminal de trata de seres humanos liderada por los hermanos Sandulache celbrada este miércoles en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial: la declaración de la víctima que fue herida en un brazo con una catana y el testimonio de los propietarios y clientes de los locutorios donde se realizaban los envíos de dinero a Rumanía procedentes de los beneficios obtenidos por la red de prostitución.

La primera parte de la vista oral se centró en la declaración que hizo una se las supuestas víctimas ante la policía en Rumanía. El testimonio se leyó en sala ante la imposibilidad de localizar a la mujer. Esto valió para que las defensas pidieran anular el testimonio argumentando que la joven en ningún momento declaró durante la fase de instrucción ni ante la policía española. «A nosostros no se nos avisó para comaparecer en Rumanía y se nos impidió el derecho de contradicción», apuntó Ricardo Álvarez Buylla, defensa de Christian Sandulache. Todas las defensas solicitaron la anulación del testimonio de la joven.

Lo hicieron porque el testimonio de lo que relató ante las autoridades policiales rumanas, y que se leyó en sala, fue contundente. La joven describió un perfecto organigrama de la supuesta red criminal de trata de seres humanos liderada de los Sandulache.

Apuntó a Christian Sandulache como «el jefe de la organización» y que todos «acataban sus órdenes». Además aplicaba «los correctivos a las chicas que no le obedecían».

Sobre su hermano Sebastián Sandulache se leyó que era el encargado de «sustituir» a Christian cuando este no estaba, ejerciendo las mismas funciones que el cabecilla de la red.

De las dos acusadas que se enfrentan también al delito de trata de seres humanos, aunque también sufrieron las vejaciones de los Sandulache, aseguró que ejercían la prostitución y que eran las encargadas de «contar» todo lo que hacían el resto de las mujeres además de dar cuenta a los hermanos Sandulache de «cuanto trabajábamos cada noche».

De los otros dos acusados aseguraron que uno de ellos hacía las labores de chófer y el otro era el encargado de «mantener en constante terror a una de las chicas».

En su testimonio también señaló a las hermanas de los principales cabecilla como las encargadas de «vigilar» a todas las mujeres e incluso de aconsejarlas con que «fuésemos buenas chicas y no contáramos nada a la Policía». Curiosamente, las dos hermanas no están imputadas en el caso ni acusadas de ningún delito.

La lectura del testimonio de esta testigo también recogió el escalofriante momento en que fue herida con una catana por el jefe de la trama. «Me cortó con una catana en la mano izquierda por haber intentado huir y me amenazó con que a los médicos les dijera que me había cortado con un cristal».

Los envíos de dinero

La segunda parte de la vista oral celebrada en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial se centró en quién enviaba a Rumanía el dinero procedente de la presunta explotación sexual al que eran sometidas las once víctimas de los hermanos Sandulache. La Fiscalía les acusa de haber obtenido 1.733.600 euros por la «explotación sexual violenta y coercitiva».

Durante la vista oral declararon los propietarios y usuarios de dos locutorios donde presuntamente se realizaban los giros a Rumanía por parte de los líderes de la organización criminal, a través de una empresa de envío rápido de dinero.

El Ministerio Fiscal y la acusación particular, ejercida por Ana María González, intentaron demostrar el origen de los envíos realizados entre 2010 y 2013 que oscilaba cada uno entre los 800 y 2.900 euros. También por qué se realizaban en horarios en que los locutorios estaban cerrados al público, entre las tres y cuatro de la madrugada.

Los propietarios de ambos locutorios no pudieron explicar estos hechos. El matrimonio que regentaba uno de los establecimientos, en el barrio de Pumarín, lo más que precisó fue que por esas fechas, entre 2012 y 2013, interpusieron una denuncia a la Policía Nacional por un supuesto ataque informático al sistema.«Puse una denuncia porque vi que faltaba dinero», aseguró la mujer que culpó de estos hechos a un supuesto 'hacker' informático.

La propietaria del otro locutorio donde también se realizaban envíos, ubicado en la Avenida del Mar, explicó que se realiaban envíos a Rumanía por parte de «varias chicas» aunque una era la «cabecilla» y la que tenía el pasaporte del resto. También señaló que realizaban envios de dinero de «poca cantidad» que los «grandes» los enviaban «los hombres» que a veces acompañaban a las jóvenes. «Nunca venían solas, siempre en grupo».

A preguntas de la Fiscalía sobre quién eran los destinatarios de esos envíos señaló que siempre se enviaba a personas con el apellido Sandulache.

La vista concluyó con el testimonio de seis clientes de los locutorios. Todos ellos aparecen como las personas que realizaban los giros a varios miembros de la familia de los Sandulache en Rumanía e incluso a uno de los acusados, al que enviaron 1.100 euros. Todos negaron haber realizado esos trámites y conocer a sus destinatarios. Ahora se tendrá que demostrar si los datos personales de estas personas fueron utilizados para enviar el dinero a Rumanía.

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