En Alfaro. Dando el pregón en su localidad natal. Con su mujer, María Jesús Gil. PABLO LORENZANA FOTOS CEDIDAS POR LUIS A. MARTÍNEZ

El chef que no renuncia a sus raíces riojanas

Luis Alberto Martínez. Es uno de los cocineros más representativos de la cocina asturiana; junto con su mujer, nieta de los fundadores de Casa Fermín, son la tercera generación de un negocio que pronto será centenario

ROSANA SUÁREZ

Domingo, 11 de diciembre 2022, 00:53

Nació en 1957 en La Rioja Baja, en el que considera «el mejor pueblo del mundo»: Alfaro. Con 15 años, Luis Alberto Martínez comenzó a labrar su futuro al ingresar en la Escuela Sindical Superior de Hostelería y Turismo de Madrid. «Fue en una época ... en la que no había prácticamente escuelas, había algo en Cataluña y en el sur del país. En Madrid se terminaba lo que era la maestría. Obligatoriamente, había que terminar allí», explica. Coincidencias de la vida, María Jesús Gil, nieta del fundador de Casa Fermín, hija de Ana y Luis, y la pequeña de tres hermanos, también se fue a estudiar al mismo centro de la capital madrileña. Allí se conocieron en 1974, «al año siguiente empezamos a salir», recuerda.

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Finalizados los estudios, en 1977 regresan juntos a Oviedo. «La intención de los padres de María Jesús era formarla para que siguiese con la saga», apunta, y se incorporaron al negocio familiar. «Ha sido una trayectoria de ya muchos años, cuarenta y cinco juntos, gestionando el restaurante. Al principio con sus padres, luego los dos solos», destaca. Casa Fermín nació como merendero en 1924 en la avenida del Cristo, «los padres de María Jesús le dieron un cambio total al negocio pasando de ser un merendero a un restaurante de cuatro tenedores», afirma.

En Alfaro. fotos cedidas por luis a. martínez

La historia de las estrellas Michelin en Asturias nace hace casi cincuenta años, en 1974. Año en el que el restaurante ovetense que por entonces conducían Luis Gil y su esposa, Ana García, obtiene este reconocimiento, que mantuvo en solitario durante doce años.

En la carta de Casa Fermín nunca faltan sus míticos caramelos de morcilla con salsa de cerezas, tampoco el taco de salmón ahumado con yogur, aceite de vainilla y germinados. «Las verduras es otro de los platos que más nos gusta trabajar», apunta Martínez. Aunque su prioridad es trabajar con materia prima local, confiesa que en su cocina también están presentes algunos productos de su tierra, como las alcachofas, el cardo y la borraja, que le permiten elaborar una deliciosa menestra de invierno. Su oferta es «una cocina muy elaborada y trabajada, basada en la tradición y actualizada» por lo que, asegura, «estar al día de cualquier técnica o evolución de la cocina conlleva un gran esfuerzo de personal». En su restaurante trabajan un total de dieciséis personas y sostiene que «con menos sería imposible».

Con su mujer, María Jesús Gil.

Que un negocio perdure en el tiempo, de generación en generación, «no es fácil». En su caso, su futuro está más que garantizado con una cuarta generación. Luis Alberto y María Jesús tienen dos hijos, Ana y Guillermo. Este último, según su padre, es «muy bueno» en la cocina y tiene «un grandísimo paladar». Esto, unido a su «gran» capacidad de trabajo y la compañía de su mujer, Laura, asegura la continuidad del negocio. «Hemos tratado de transmitirle el cariño por la profesión», subraya.

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Dando el pregón en su localidad natal.

Martínez no escatima en halagos hacia su mujer. Tiene claro que es el alma máter del restaurante, y sin ella y sin su servicio «no hubiese sido lo mismo». La clave de su éxito también está en que han sabido separar «perfectamente» las cuestiones laborales de la vida familiar.

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