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SANDRA S. FERRERÍA / JUAN CARLOS ABAD
OVIEDO.
Domingo, 1 de marzo 2020, 02:20
Miles de ovetenses plantaron cara al frío para celebrar el multitudinario desfile de Carnaval. La tarde estaba para otra cosa: manta, sofá y película, pero el esfuerzo de los más de 1.500 participantes en confeccionar disfraces y atrezzo no fue baldío. Desde la Losa a la Catedral, el público, con ganas de jarana, acompañó a la comitiva entre bailes, vítores y aplausos.
El alma del desfile antroxeru son los centros sociales. Los dieciséis que participaron ayer llevan meses pensando y cosiendo. Este año con especial conciencia social. Desde el cuidado de los mares y contra la contaminación a la despoblación de la Asturias rural pasando por la demanda del instituto de La Florida. A diferencia del año pasado, en el que la temática venía dada por el Ayuntamiento, este fue libre y la diversidad en las agrupaciones fue la tónica del desfile. Los primeros en pasar fueron los vecinos de San Claudio que, emprendedores, se hipotecaron para montar un negocio de camisetas de saldo. Entre el stock, por aquello del mal fario, una del Real Oviedo. No vaya a ser.
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A las seis sonó la campanada y el Principado registró su primer positivo por coronavirus. Ajena a la enfermedad e inasequible al desaliento, Malili, de 87 años y vecina de La Argañosa, se puso sus mejores galas de geisha para dirigir a sus vecinos ataviados cada uno como una pieza de sushi. Un disfraz de difícil factura. «Esto lleva mucho trabajo», confesó Margarita Requejo, «pero este año por lo menos podemos elegir el tema, el año pasado nos lo daba el Ayuntamiento», explicó satisfecha, además, de que los premios para los centros sociales se hayan ampliado a todos los participantes, no solo a los tres primeros como en el resto de categorías. «Este año con el alcalde, muy bien», confesó.
Si el centro social de Colloto organizó un nutrido descenso fluvial del Nora, el de La Monxina echó las redes al Cantábrico para denunciar la basura en la mar. «Con este disfraz queremos concienciar a la gente de la contaminación en los océanos y la importancia del cuidado del medio ambiente», explicó Charo Lobato que quiso recordar a Alicia Maniello, alma máter del centro social y que se perdió el desfile por una inoportuna operación de rodilla.
Será por la ronda Sur que los separa de Vetusta pero los vecinos del centro social de Otero pusieron sobre la calle Uría un problema de rabiosa actualidad. «Venimos los del pueblo a la ciudad», rezaba su cartel denunciando la «Asturias vaciada» pidiendo mejores condiciones para el campo astur. Con más sorna, Ela Jiménez explicó que en la agrupación, aparte del espantapájaros, los que más ganas tenían de juerga eran «un granjero que busca esposa y una granjera que busca esposo y con posibles a poder ser».
Dos asociaciones, la de Ules y la del centro social Naranco buscaron el lado más mágico del totémico monte. De refulgente verde, la agrupación de Ules echaba fuego por la boca: «Venimos a divertirnos y a pasarlo bien que cuesta mucho trabajo sacar esto adelante», indicó Quique González. Sus vecinos, por su parte, armaron una aldea pitufa con Gárgamel y todo. «Tenemos un alcalde pitufo, enfermera, médico y hasta un pitufo futbolista del Real Oviedo», enumeró Pura Perez.
Aparte de las reales bandas de la ciudad, el desfile contó con la novedad del debú, por iniciativa propia de la Banda de Gaitas de La Corredoria. «Quisimos probar este año para divertirnos y tomar algo luego», indicó Jonathan García ataviado como uno de los personajes de Juego de Tronos.
Masais de El Cortijo, Aladdines de Caces y una espectacular coreografía estilo Bollywood puesta en escena por los vecinos de Anieves completaban la comitiva. De entre las huestes del averno destacaba la multipremiada carroza de los tapiegos 'Os mesmos de siempre', que ayer también repitieron éxito en el concurso ovetense.
La asociación cultural happy Family, de Gijón, se animó a dejar la orilla del Piles con su oso polar desprendido del iceberg. «Somos varias familias que hacemos esto a prueba y error, comprar los materiales, pensar los disfraces, hasta que sale», indicó Mariluz Tuya.
No iban de concejalas sino ataviadas de sufragistas las activistas del 8-M. Cualquier día es bueno para viajar a los años 20, los del pasado siglo o los del corriente, para pedir «equiparación salarial y reparto de tareas». No todos los días son días de fiesta.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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