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Considerada como una de las entradas de Oviedo, ya en el siglo pasado por ella se propagó el desarrollo del comercio moderno iniciado Cimadevilla. Era conocida como Puerta Nueva, debido al arco ubicado al final de la misma y, en 1820 empezó a conocerse como calle Magdalena por la capilla que acoge, entre los nñumeros 8 y 12. A día de hoy, continúa siendo una zona de mucho tránsito y con un ambiente «muy familiar».
Sandra Solís y su hermana son la tercera generación al frente de esta tienda que lleva abierta desde 1963, «la cogió mi abuela en traspaso y antes de nosotras la atendieron mi madre y mi tía». Destaca que tanto Magdalena como Cimadevilla han sido calles muy comerciales, y actualmente, «comunica San Lázaro y El Campillin con el centro», por lo que la suya una vía de mucho paso, además, «está frente al Ayuntamiento y al lado del Fontán». Afirma que «del casco viejo es una de las más comerciales». Cuentan con una clientela del barrio, «estamos muy orgullosas de nuestra gente porque son de toda la vida», una clientela «muy fiel, conocemos mucho a nuestra clienta, ya es amiga».
Solís lamenta, eso sí, los locales que hay abandonados. «El Ayuntamiento tendría que poner vinilos para cubrirlos y hacerlos más bonitos», solicita, porque «tú te esmeras en poner buenos escaparates y en que la calle esté bien». Finalmente, destaca el buen ambiente entre los comerciantes: «Nos llevamos super bien, somos como una familia».
Otra enamorada de la calle es Cruz Rilo, que puso en marcha su herbolario hace nueve años. «El casco antiguo me encanta, es como cuando éramos pequeños que nos conocíamos todos. Nos ayudamos unos a otros, somos como una pequeña familia», explica. Señala que la calle ha tenido un momento bajo; pero «ahora se está animando otra vez» a pesar de la fuerte competencia de internet que «nos mata; sin embargo, nosotros podemos ofrecer el trato personal, los clientes son casi como de casa, les dedicas un tiempo». Además, apunta que Magdalena es una calle con una «clientela muy variada» y tiene «mucha vida».
Es uno de los pocos negocios centenarios de la ciudad aunque a esta calle llegó en 2007, ampliando el negocio desde Melquiades Álvarez. «Esta una calle muy buena, de mucho paso, siempre fue una de las entradas de Oviedo», explica Luis Bobes Cuesta, su propietario. «Nos gustaba la calle y nos gustaba el sitio», añade. Otro de los motivos por los que vino aquí es por la clientela, muy variada, «hay vecinos, turistas, gente que viene a la plaza». «Históricamente, Magdalena y Cimadevilla eran las calles más comerciales», recuerda y anima a futuros emprendedores a asentarse en esta calle que es «ahora peatonal y están tan bonitos los edificios, es un sitio muy bonito para montar un negocio». Lo que sí pide es que se quiten los andamios: «Llevan muchos años y entorpecen la vista de una calle tan bonita».
Esta chocolatería abrió sus puertas en enero y su propietaria, Aránzazu Fernández, está encantada: «No me imaginaba tener una acogida tan buena, los vecinos vinieron desde el primer día y vino gente de otros comercios a presentarse». Se animaron por este local porque «estamos cerca del Ayuntamiento y en concreto, porque fue una antigua pastelería, eso nos dio el empujón final», resalta. Tiene claro que es una calle que recomendaría ya que «hay mucho turismo y transita mucha gente por delante de la tienda».
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José A. González y Álex Sánchez
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