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La calle Rosal figura en documentos oficiales del año 1237 ya como una vía de Oviedo. Ubicada cerca de la zona antigua de la ciudad, ha tenido idas y venidas en el nombre hasta quedar oficialmente con el actual en 1937. Durante una buena temporada, además de ser una vía que conecta con El Antiguo, se la conoció por sus bares, siendo especialmente popular durante los fines de semana. Al cerrar muchos de estos, la vía ha pasado una serie de altibajos que también han afectados a los locales. «No es la misma», dicen algunos; para otros, «el Rosal está reviviendo».
Uno de estos casos es el de la librería Pasa Página, negocio que nació del cierre de la antigua librería La Palma. Sus trabajadores decidieron abrir un nuevo local cerca del anterior. Enrique Maradona, uno de los dueños, explica que llevan en Rosal «cerca de dos años y medio» y que «aunque hemos perdido la clientela que traía el turismo en la anterior librería, aquí hemos ganado a la gente del barrio, un tipo de clientela de la que no nos quejamos». Su opinión sobre la calle es clara: «Es una vía dispar para el comercio; si caminas un poco y la analizas, verás que hay una parte que todavía tiene movimiento, pero del cruce de Cabo Noval hacia arriba desde que cerraron los bares se nota mucho la diferencia». Aun así, es testigo de las primeras señales del cambio, con algunos nuevos comercios.
Uno de estos nuevos locales es la tienda de alimentación y comida preparada Las Dunas. Abierta desde hace sólo tres meses, la regenta Julia María Villamayor. Toda una emprendedora que tiene también bajo su mando una cafetería en La Tenderina. «Llevo toda la vida dedicándome al negocio por eso quise emprender, es lo que me gusta. Así que, después de la pandemia decidí abrir», explica. La cercanía al centro le gustó, pero tiene muy claro que, «de la calle para arriba está muerta». Añade, además, que «el negocio que le da más vida a la vía, no es por nada, es el mío; le doy color y decoro los escaparates». Sus cliente, continúa, así se lo han dicho también.
En cuestión de veteranía, nadie gana a Ramón Rodríguez con su tienda de máquinas de coser del mismo nombre. Distribuidora oficial de las marcas ALFA y Bernina lleva en su local veintiséis años, aunque la tienda acumula «entorno a sesenta porque lo cogí en traspaso». Su mujer, además, es modista. Tras este tiempo allí, se haya vuelto indispensable para su clientela «porque no tengo competencia alrededor, así que la calle me beneficia; es un negocio asentado y al final eso se nota». Aun así, no le ve el privilegio al Rosal desde el bajón de los locales y la temporada de la peatonalización.
Pendiente de un cambio de nombre al separarse de su hermana en Gijón, la tienda Tea Sinensis corre a cargo de Sonia Pérez desde 2017, después de haber trabajado para la dueña «y haber cumulado la experiencia» de conocer todos los tipos de tés e infusiones que venden en Rosal. En realidad, este negocio lleva desde 2005 en la vía, considerándose uno de los más conocidos y veteranos de la zona. «Tenemos una clientela de confianza y eso ayuda, así que diría que nos estamos manteniendo a flote», bromea la herbolaria.
En su opinión, «la calle perdió mucho porque ya no es lo que era en locales. Es cierto que a mí no me interesaba la clientela que traían los bares, pero es que siguieron cerrando más. Aun así, no considera el moverse pues su tienda es una de las pocas «que puede decir que está bien».
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