La cabalgata resiste a la lluvia y a la sexta ola

Miles de asistentes poblaron las calles para ver a Sus Majestades de Oriente, conscientes de que su magia solo se vive un día -y una noche, la más larga para los más pequeños de la casa- al año, y que no puede dejarse pasar, llueva o haga sol.

Una primera cabalgata de la era de la pandemia, marcada por las mascarillas, pero también por la falta de los tradicionales sprays de espuma, la escasez de personas fumando -desde el Ayuntamiento solicitaron que nadie lo hiciera- y de caramelos voladores. Los pajes fueron repartiendo a mano, niño por niño, la media tonelada de dulces disponibles. Lo más difícil de cumplir fue la recomendación de mantener distancias de seguridad.

Con todo, las costumbres no se han perdido desde la última vez que los de Oriente desfilaron por el centro de Oviedo y las calles ya lucían a rebosar a eso de las seis de la tarde, más de media hora antes de que tuviese lugar el inicio de la cabalgata, para saludar y gritar los nombres de los tres magos y disfrutar con los más de un millar de figurantes que dieron vida a la celebración.

De nuevo, volvió a vivirse una de las tradiciones recuperadas por este equipo de gobierno, formado por el Partido Popular y Ciudadanos, de celebrar la adoración del Niño Jesús ante el belén de gran formato y temática asturiana instalado en la plaza de la Catedral por la Asociación de Belenistas. Allí, Melchor, Gaspar y Baltasar, siempre asistidos por Bernardo Gutiérrez de la Roza, Miguelo y Alí Myob, llegaron pasados pocos minutos de las siete y media de la tarde, una hora después de iniciar el recorrido, veneraron la figura y le entregaron uno por uno sus cofres de oro, incienso y mirra bajo la atenta mirada del deán de la Catedral, Benito Gallego y del alcalde, Alfredo Canteli, a quienes saludaron antes de arrodillarse en los reclinatorios cedidos por el Cabildo para rezar una oración.

Entre la comitiva, que llegó al ritmo de la Banda de Música Ciudad de Oviedo bajo la dirección del maestro David Colado, se encontraban el segundo de abordo de la nave municipal, Nacho Cuesta; la concejala de Festejos, Covadonga Díaz; el edil de Interior, Mario Arias; el de Parques y Jardines, Gerardo Antuña; el de Seguridad Ciudadana, José Ramón Prado; y el de Turismo, Alfredo García Quintana. Como novedad, este año la plaza de Alfonso II incluyó una caseta dispuesta para que Sus Majestades pudiesen resguardarse de la lluvia.

Tras finalizar la oración, Melchor ejerció como portavoz de los magos. «Nunca he visto tanto cariño en mi vida. Gracias, de verdad», afirmó a los presentes. Y «enhorabuena a todos por la ciudad tan bonita que tenéis, sobre todo por los niños, que son un espectáculo», agradeció el Rey. «Una maravilla», reiteró, «estamos impresionados, qué orgullo».

En total, la cabalgata duró dos horas y arrancó puntual desde la esquina de la calle Independencia con Uría cuando el reloj marcaba las seis y veinticinco de la tarde y nadie sabía muy bien si la lluvia iba o venía. «Nos da igual, estamos aquí para ver a los Reyes. Además, me he portado muy bien», explicó el pequeño Mateo Díaz, apostado en una valla frente a La Paloma junto a sus padres. «Pero hoy estoy muy nervioso», admitió, al tiempo los primeros palios comenzaban a desfilar.

«Les he pedido la Play Station 5, dos tarjetas de 50 euros para jugar al Fortnite (un videojuego de moda) y ya», enumeró a su lado su amigo Adrián Suárez, mientras su padre, Alejandro, le observaba con cierta sorpresa. Y es que «pedimos que se acabe la covid-19 de una vez, eso sobre todo», afirmó este último. Un deseo similar al que lanzó al aire Ramón Pérez, a unos cuantos metros de allí, que acudió a ver la cabalgata junto a su padre José Ramón, su mujer, Icíar Álvarez, y su pequeño Aser. «Les pedimos a los Reyes que la pandemia se vaya de una vez por todas y, de paso, que nos terminen la casa que nos estamos haciendo», bromeó.

Un desfile en el que tampoco faltaron asistentes de otros municipios asturianos. Zaira Pasarín y Natalia Marina, de Cangas del Narcea e Infiesto, respectivamente, se estrenaban bajo la iluminación del paseo de los Álamos con la cabalgata ovetense. «Es la primera vez que venimos, estoy asombrada», manifestó la primera, mientras se sucedían ante ellas las comitivas de Damasco y Macedonia. Frente a ellas, el príncipe de Ninive descendió de su palio para instar a todos con cuantos se encontraba a «dejar turrón y no peladillas» bajo el árbol y «irse temprano» a la cama.

Si bien otra de las recomendaciones para la tarde de ayer era evitar los gritos para limitar la dispersión de aerosoles, petición que los asistentes fueron cumpliendo casi silenciosos mientras pasaban los primeros palios, los más pequeños no pudieron evitar el furor cuando vieron aparecer a los tres magos. Tampoco se registraron incidencias. A pesar del suelo mojado, los caballos que tiraban de las carrozas de Sus Majestades no tuvieron problema en doblar al fondo de la calle Fruela, donde el Ayuntamiento ensanchó el paso limitando la asistencia para facilitar el giro hacia la calle Pozos. Más tarde, la propia edil de Festejos sostuvo que todo resultó «perfecto». Ahora, a esperar otro año.