El Ayuntamiento de Oviedo revisará el proyecto de las obras del Auditorio para reducir sus costes

La concejalía de Economía, eso sí, confirma que el presupuesto municipal para 2020 incluirá «una partida para iniciar las obras», explicó su responsable, Javier Cuesta. Aunque aún no se puede precisar su cuantía, «debido a que estamos revisando el proyecto».

La solución no será fácil. El Auditorio lleva a medio gas desde septiembre de 2017 cuando la sección de Edificios pidió el cierre del edificio por sus «graves deficiencias de seguridad». Un informe de la jefa de Bomberos, semanas después, permitió al menos mantener la actividad de la sala Principal con refuerzos en los controles de seguridad.

Las primeras alarmas saltaron en marzo de 2017. El plan de autoprotección del Auditorio, encargado a Premap, ponía en duda la seguridad del edificio después de 17 años en servicio sobre el antiguo depósito de aguas que diseño en el XIX el ingeniero Pérez de la Sala. Con discreción, el Ayuntamiento consultó de manera informal a varios arquitectos y expertos que confirmaron las apreciaciones del documento -algunas tan groseras, como tener que mantener abierta la puerta del cuarto técnico para que no se recalentara la maquinaria- y coincidieron en que era necesaria una revisión más a fondo.

El estudio se encargó a José Luis Pérez-Lozao y el dictamen de este alarmó a los técnicos de Edificios. La jefa de la sección urgió el cierre porque «no resulta posible continuar» con su uso, ante «el grave riesgo para la seguridad de los ocupantes del edificio» y, tras firmar el informe, se fue de vacaciones.

La situación la desveló en exclusiva este diario unas semanas más tarde, mientras el alcalde pedía informes a distintos servicios y otros externos para establecer un «plan de usos máximos». Un documento que salvó la sala Principal, pero acabó por suponer la clausura de las salas de la última planta, usadas cada mes para decenas de reuniones, encuentros y charlas formativas; del sótano con las salas de ensayo de la OSPA o la Banda de Gaitas; o, más grave, la prohibición del uso simultáneo de las salas Principal y Polivalente, que ha acabado por limitar el aforo máximo para eventos a 1.500 personas.

El impacto de la medida se ha dejado sentir en cosas tan triviales como el contrato de apoyo a las actividades de congresos o de la Fundación Municipal de Cultura, que tuvieron que ser ampliados para contratar personal que haga de retén de vigilancia y evacuación durante los conciertos y eventos. El estudio en profundidad de las deficiencias, así como de las medidas correctoras posibles, encargado de nuevo a José Luis Pérez-Lozao, esbozaba una serie de obras que podrían acometerse en cinco fases y con un presupuesto estimado de 870.000 euros para garantizar la seguridad pasiva del edificio en caso de incendio.

Cuando llegó el proyecto de ejecución, en agosto del año pasado, se detectaron nuevas necesidades y el coste de las obras se disparó por encima de los 2,2 millones. Cosas como la sustitución de muchos los falsos techos (410 metros en total) para eliminar de la cámara técnica el laminado de madera y sustituirlo por una estructura auxiliar de aluminio, cambiar el actual telón cortafuegos que divide las salas Principal y Polivalente por una triple mampara resistente a las llamas o adecuar la escalinata a la normativa, con la reforma de sus 118 peldaños. Solo para poder seguir usando los palcos de la sala Principal será necesario elevar el suelo del antepalco 33 centímetros para evitar el escalón actual, cegar las salidas laterales y, además de otras tareas, acondicionar las escaleras de acceso a las butacas donde cada año, con ocasión del concierto de la Fundación Princesa, se han sentado la reina emérita o Felipe VI y su esposa, la reina Letizia.

«Son cosas a revisar», señalan desde el equipo de gobierno. El autor del cuestionado proyecto original del edificio, Rafael Beca, considera innecesarias muchas de las actuaciones si se controlan los usos. El proyecto prevé una doble salida de evacuación a la calle Faustino Roel a través de una escalera abierta que permitirá elevar el aforo máximo hasta 4.000 personas. La división en sectores del actual vestíbulo permitirá calificar su superficie como de «riesgo mínimo» y recuperar el uso de estos casi 2.223 metros cuadrados en planta, fundamentales para usos en congresos o eventos.

Los trabajos recogidos en el proyecto tienen una duración estimada de cuatro meses y obligarían a suspender la actividad del Auditorio durante, al menos, seis semanas. «Tal vez, se puedan dividir en fases», sugiere Cuesta, «para hacer un plan de inversiones plurianual con el que ir recuperando los usos de la instalación».