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La tarde del jueves se puede considerar una tarde de horror para Pelayo Molinas, su familia y sus cinco hijos, principalmente al cuarto, Sebastián (5 años), que fue atacado por un mastín a la puerta de su casa. El can se llevó al pequeño arrastrando ... su cabeza entre sus fauces hasta que el propio Pelayo embistió al animal que soltó al niño y escapó. «Me eché sobre el perro, soltó y huyó hacia su casa. Menos mal que oí los gritos y salí porque el perro, que es de unos vecinos, se llevaba al niño como si una presa fuera, me imagino que para matarlo». El resultado del ataque fueron dos heridas de 5 y 8 centímetros en la parte posterior de la cabeza y varias abrasiones en la cara del niño, fruto del arrastre por la caleya.
Todo empezó cuando Sebastián y su hermano estaban jugando a los pies de la escalera ubicada en el lateral de la vivienda familiar, en Llamoscura (La Manjoya), cerca del bosque de La Zoreda. Su padre Pelayo estaba en el primer piso de la casa cuando oyó gritos de los niños. Salió corriendo y se encontró con el panorama: «El perro, un mastín bastante grande, arrastraba a mi hijo con la cabeza en su boca. Bajé la escalera corriendo, me abalancé sobre el perro hasta que soltó a mi hijo y huyó hacia su casa». El dueño del perro vive unos 20 metros más allá por el camino».
«Llamamos a una ambulancia y a la Guardia Civil, uno de los agentes preguntó a los dueños si estaba vacunado o tenía chip y le dijeron que no. Entramos en Urgencias del HUCA y allí lo tuvieron en observación durante 48 horas porque las heridas se las había producido el perro en la cabeza y para darle la cobertura antibiótica necesaria», explica Pelayo, de nacionalidad paraguaya, autónomo, casado y con cinco hijos.
El parte médico del HUCA detalla que «se realiza exploración física minuciosa evidenciándose lesión únicamente a nivel de 'scalp' (cuero cabelludo) posterior. Presenta dos lesiones longitudinales, herida izquierda de importante amplitud, longitud aproximada de 8 centímetros (…) y otra herida de 5 centímetros de menor exposición ósea».
Tras dos días en el HUCA y la correspondiente denuncia ante la Guardia Civil, realizada por Pelayo, su padre, el niño de cinco años volvió a al domicilio familiar donde deberá permanecer en reposo unos días mientras se le realizan las curas necesarias para impedir cualquier tipo de infección con el gran número de grapas que le pusieron en la cabeza.
Pelayo Molinas explica además que »el niño psicológicamente está bien, aunque tenemos pensado llevarle a un psicólogo para prevenir posibles secuelas por el ataque». El padre del niño aseguró que el mismo perro «ya había intentado morder a un empleado mío hace un tiempo y hasta hace un mes que pusimos una valla, el perro de los vecinos venía a comerle la comida al mío, que está detrás de la casa porque seguramente pasaba hambre y vallamos el perímetro de la caseta de nuestro perro para evitarlo».
La casa de Pelayo Molinas se encuentra en el inicio de la Senda Verde y los vecinos y usuarios ya se han quejado numerosas veces del peligro que suponen los perros grandes que viven en las casas de la zona.
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