Rafael Francés
Oviedo
Domingo, 10 de marzo 2024, 01:00
Canta cuando espera el ascensor, canta cuando está en el campo, también canta si está en casa y, en definitiva, canta en cualquier momento. Se podría decir que la soprano mierense Tina Gutiérrez canta por defecto porque «nací cantando y tenía a mis padres aburridos de la vida». Ha dado conciertos en el ALSA sin darse cuenta cuando iba o volvía de Madrid de recibir clases de canto con Ángeles Chamorro. «Me ponía a recordar o practicar y cuando me daba cuenta estaba cantando para todo el autobús».
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Tina Gutiérrez es diva del canto, pero sobre todo es cercana, amable, risueña y propietaria de unos bonitos, expresivos y pícaros ojos. Habla con una voz suave que contrasta con el chorro de voz cuando se pone a lo suyo. ¿Y qué es lo suyo? Pues claro, cantar.
La primera vez que cantó en público profesionalmente fue el día de su debut en el salón de actos de Cajastur, en la calle de San Francisco. «Estaba nerviosísima», recuerda. Pero ahí sacó su repertorio de canción lírica asturiana y triunfó acompañada al piano por Jesús Ángel Arévalo.
De aquella época, «bufff, hace por lo menos 500 años de eso», hasta ahora una carrera jalonada de éxitos que comenzó con 'Ayer vite na fonte' y ha seguido con discos, cientos de conciertos y mucho trabajo de ayuda social apoyada en la música, porque si alguien a día de hoy no se ha enterado, Tina Gutiérrez canta... y muy bien. Eso sí, todo comenzó en el coro de la iglesia de Figaredo. El inicio.
Hija de Florentino y Violeta, la mina ha estado presente en su vida, pues su padre y el resto de los hombres de su familia han sido mineros, principalmente en Figaredo. «Me crié en un caserío lleno de vacas, gatos perros, conejos y caballos. Yo jugaba con los pájaros, ellos cantaban y yo los trataba de imitar.
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De su niñez recuerda jugar «al cascajo, a pío campo y a las piedriquinas», aunque el recuerdo más vivo «lo tengo de escuchar la radio, mucha copla, y canción española de Rocío Jurado, María Jiménez o Marisol. De hecho, iba al cine a ver sus películas y las imitaba en casa bailando». Tina es una artista y desde pequeña se sabía cuál era su camino.
Antes de dedicarse a la canción trabajó de dependienta en Almacenes Fontela y en Galerías Preciado. Se casó más tarde con Armando, un cubano traductor de ruso que vino a Oviedo para traducir a Gorbachov allá por el siglo pasado y se quedó.
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Tina ha cantado en muchos sitios aunque guarda un indeleble recuerdo de Cuba en el museo de Antonio Machín, «donde terminé cantando canciones asturianas entre las lágrimas mías y de un montón de asturianos que no habían vuelto nunca». Y también de la cárcel de Villabona, «donde creamos una escuela de música en la Unidad Terapéutica Educativa».
Esa vena social de preocuparse por los demás, se suele emocionar cuando revive «tantos momentos maravillosos» ha hecho de Tina Gutiérrez un símbolo de la canción en Asturias, porque Tina Gutiérrez canta por defecto. Si no tiene nada que hacer, canta; y si tiene algo que hacer, también.
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