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ALBERTO ARCE
Lunes, 26 de noviembre 2018, 17:10
El ambiente es seco, estéril, meticulosamente calculado para la ocasión, y el eco de las pisadas que devuelve el hormigón frío remite directamente a lo que antaño solo eran humedad, sollozos y largas condenas. Así es el Archivo Histórico de Asturias, emplazado en la antigua Cárcel Provincial de Oviedo, uno de los edificios con más historia en el contexto reciente de la ciudad contemporánea. Más de un siglo en sus cimientos lo atestiguan.
Por fortuna para sus visitantes, hace ya diez años que tras los muros de este complejo, modélico en términos de arquitectura de prisiones por su forma panóptica de estrella, solo se encierran documentos, y los únicos vigilantes nocturnos que cruzan las interminables galerías son los miembros del equipo de archiveros y conservadores que dan vida al centro. Y es que, tras décadas de abandono (en 1992 se clausuró y se inauguró el penal de Villabona), se recuperó en 2009 como Archivo Histórico Provincial bajo el proyecto de Remedios Fernández-Carrión, respetando al máximo la configuración original del edificio, incluso manteniendo cuatro de las celdas de la sección femenina.
En este tiempo, la directora, Conchita Paredes, y su equipo, un total de nueve personas, han ordenado cientos de cajas con documentos de todo tipo; «públicos y privados, de todas las instancias administrativas radicadas en el Principado de Asturias, de empresas, sindicatos, partidos políticos y una caótica lista de etcéteras», comenta. Y así, de entre todas esas toneladas de papel y objetos varios que han ido apareciendo a lo largo del tiempo, las reliquias tienden a aflorar.
«Uno de los apartados documentales más interesantes con los que nos encontramos cuando nos trasladamos a este lugar fueron las más de seiscientas cajas con los expedientes de los reclusos que habitaron este lugar durante los años de la dictadura franquista», señaló Paredes.
Memoria histórica
En ese sentido, la recuperación de la memoria histórica es tarea posible para los investigadores. Es el caso de la doctoranda Covadonga Fernández, que, entre un «caos» de papeles sobre su mesa, se encargaba de elaborar de manera precisa una relación completa de los presos políticos que fueron encerrados en la antigua penitenciaría durante la posguerra. «Esta cárcel, de tipo mixto, albergaba tanto a hombres como mujeres; por aquí han pasado miles de personas contrarias al régimen, algunos de ellos por sus crímenes en la Revolución del 34», argumentó. Esos presos vivían hacinados en celdas como las que aún se conservan en la planta baja, reconstruidas para los visitantes. «Y entre esos testimonios, además, se conserva el expediente procesal del rector Alas, que entró a la prisión en julio y fue fusilado en febrero del 37», explica la directora. Del apartado penitenciario también se conservan armas requisadas a los reclusos de Villabona.
«Tesoros únicos»
De esta forma, el Archivo Histórico de Asturias alberga piezas «dignas de ser conservadas», tesoros «únicos» guardados entre 65 kilómetros de estanterías móviles como la serie de partituras musicales de canto gregoriano del siglo XII. «Es nuestro documento más antiguo, uno de los pocos de este tipo que quedan». También, como asegura el ayudante de Archivos, Biblioteca y Museos del centro, 'el archivero' Ángel Argüelles, se puede encontrar una colección muy «inusual» de mapas escolares del reputado geógrafo español Torres Campos, discípulo del impulsor francés de la geografía clásica, Paul Vidal de la Blanche, que fueron «rescatados» de un viejo colegio.
Pero no solo, pues, los admiradores de la historia tienen en el edificio, a más señas declarado Bien de Interés Cultural desde 2003, un lugar en el que refugiarse y saciar el apetito de los curiosos. «Solo aquí encuentro este tipo de documentos», afirma Gerardo Álvarez, mientras trabajaba con una pila de protocolos notariales de Cangas del Narcea del siglo XIX (cuando aún su denominación era Cangas de Tineo). «La historia de las parroquias pequeñas no es fácil de encontrar, por eso vengo aquí», concluye.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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